Se me perdonará la confianza que me tomo al revelar que, personalmente, eso de que ahora las clases prácticas, los despachos y gabinetes se llamen talleres, me fastidia un tanto. Antes los escritores y aspirantes a ello se reunían en academias, liceos, salones o tertulias; ahora, por iniciativa de no sé muy bien quién, pero que merece ser alguna egresada en psicología del Paraná; todo son talleres: talleres de Lengua Inglesa, de Poesía, de Narrativa, de Escritura creativa y hasta de Contabilidad, según se puede leer en una calle de Guadalajara (España).
Cuando oigo la palabra "taller", no puedo evitar la imagen de una caverna habitada por mecánicos aprovechones que me vacían cartera por el procedimiento de la "reparación holística"- esto es, sustituir todo bloque del motor en lugar de la válvula- y que me reciben entre manchas de grasa y calendarios "teutónicos". Puestos a utilizar una palabra para designar una actividad artesanal que acaba siendo artística, prefiero las de estudio, gabinete e incluso el recurrido "obrador" al que acudieron las modistas y los reposteros para designar el lugar en el que elaboraban sus refinadas manofacturas. Obrador es el el término, que "a mon avis", traduce mejor el "Ouvrier" de Literatura Potencial al que acudieron Georges Perec y otras aves de extraños vuelos allá por los locos sesenta y setenta.
Sin embargo, como todo tiene sus excepciones, la mía en esto de los talleres modernos se llama Miguel d'Ors. Este poeta navarro-gallego- granadino lleva unos años publicando sus escolios, máximas y consideraciones recogidas en un diario titulado "Virutas de taller", y las recién adquiridas: "Mas virutas de taller" me están proporcionando unas satisfacciones que no tenía desde hace años. Ahí va una de esas perlas. Se titula "Estadísticas":
"A lo largo de lo últimos diez años he estado haciendo unos estudios estadísticos, cuyos resultados ofrezco aquí, por si a alguien le resultaran de interés:
De cada 100 coches de esos que pasan por las calles con la ventanilla abierta y una música a todo volumen, "La Pasión según San Mateo" de Juan Sebastián Bach suena en 0,00
De cada 100 lectores de El País que lo llevan doblado en la mano o bajo el brazo, 86 lo han doblado de la misma forma: con la mancheta hacia fuera.
De cada 100 mujeres asesinadas por un hombre, sólo 18 estaban casadas con él "por la Iglesia".
De cada 100 niños o niñas desaparecidos en territorio español, sólo 2 se llamaban Antonio, Carmen, Juan o Teresa: todos los demás tenían nombre "modernos" del tipo Kevin o Yénifer.
De cada 100 teléfonos móviles que profanan con su música ratonera misas y funerales, 89,4 pertenecen a mujeres."
Cualquier día de estos vuelvo con más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario