martes, 19 de julio de 2011

Evelyn Waugh: Unos cuentos demasiado completos

Evelyn Waugh: Cuentos completos, Barcelona, RBA, 667 páginas.

Esta colección de RBA quiere ser “muy completa”, tanto que estropea el grueso del volumen, 526 páginas, con otras 54 que contienen trece trabajos escolares del autor. Ese par de apartados, “Escritos de juventud” y “Relatos de Oxford”, deben ser ignorados por los lectores a no ser que se dediquen a la psiquiatría infantil de maestros de la literatura o a la crítica deconstructivista en cuyo caso, en el pecado llevan la penitencia.

El medio millar de páginas que quedan son, como esperan los aficionados a Waugh, un ejemplo de sátira elegante, irónica y divertida. Quienes sean asiduos a este escritor, es decir, aquellos que gustan leer todo lo que de Waugh cae en sus manos, disfrutarán al hallar, entre los veintiséis cuentos restantes sorpresas tales como: un final alternativo a la novela Un puñado de polvo. Tres relatos que parecen embriones de las siguientes novelas: “El hombre al que le gustaba Dickens” (Cuerpos viles), “Incidente en Azania” (Merienda de negros) y “Compasión” (Rendición incondicional, todavía no traducida al castellano por Cátedra colección "Letras Universales" como ha hecho con las dos precedentes de la misma trilogía). También encontrará una novela corta ambientada (La Europa moderna de Scot-King) en Neutralia, país que tiene bastante de caricatura de la España de 1946, y que no me ha acabado de parecer justa, aunque con la sátira que practica Waugh -castigat ridendo mores- , ya se sabe, se exagera y no se pretende hacer justicia sino mover a risa y expresar lo que de cómico tienen las situaciones narradas.

No faltan un par de distopías (anti-utopías) futuristas titulados “Perdiendo pie” y “Amor entre ruinas”, el último terriblemente profético; y, para terminar con una relación que no quiero hacer exhaustiva, dos capítulos de su novela inacabada Trabajo pendiente (“La casa de mi padre” y “Lucy Simmonds”).

En los relatos recolectados están todos los tonos de su obra de ficción y los ambientes y personajes típicos. Esos héroes que son timoratos y que está perplejos ante lo que sucede a su alrededor, siempre fuera de juego, los canallas triunfantes, los inconscientes frívolos que provocan catástrofes. Los cínicos desalmados del resto de sus novelas. Frecuentemente algunos de esos personajes expresan las opiniones, políticas y sociales, que el tiempo ha demostrado descabelladas y que el autor ridiculiza, pero a las que tuvo que atender en el duelo intelectual que siempre sostuvo con los escritos Cyril Connolly y allegados. En todos ellos hallamos un mundo imperial y decadente que naufragaba en la apatía gris de un bienestar que a la postre les producía tedio. En fin, el conjunto de cosas que convirtieron a este narrador -converso al catolicismo- en uno de los escritores más enemistados del Reino Unido.

Los admiradores insaciables de este Menipo anglosajón tal vez echen de menos lo que no fue ficción en la obra de Waugh: su prosa periodística y crítica, sus libros de viajes (Waugh en Abisinia, Robo al amparo de la ley, etc.) y sus biografías (Knox, Helena, Edmund Campion). Pero no era ese el propósito del libro. El valor de estos Cuentos completos es la masa de buenas narraciones que ofrece: la suma de los esfuerzos creativos del mejor novelista de su generación (eso dijo Graham Green) que también fue uno de los escritores más críticos con la vida británica del siglo pasado: Todo un maestro de la ironía y de la insinuación.

RDR

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