miércoles, 30 de diciembre de 2009

La muy parcial autobiografía de Evelyn Waugh

Evelyn WAUGH. Una educación incompleta. Autobiografía parcial, (T.O. A Litte Learning. A first Volume of an Autobiography; Traducción: Miguel Martínez Lage), Debolsillo, 987-84- 9908-089- 5, 9 .95 euros

Las memorias suelen ser una forma de cotilleo literario, máxime cuando revisan (en el caso de Waugh: “se revisitan”) infancias corrientes y familias normales; pocos sucesos importantes suelen acontecer en los primeros años de vida de un futuro escritor y resultaría sospechoso que pudiera ofrecernos, años después, suculentas narraciones de los mismos. Por eso, la primera parte de la autobiografía del novelista y reportero inglés Evelyn Waugh tiene el acierto de resultar tediosa, como tediosa fue su infancia y juventud. Es más, sospecho que huir del tedio fue la causa de que perpetrara bastantes de los desmanes que en este libro se recuerdan.

Como memorias incompletas que son, escamotean al lector los episodios más interesantes de su vida: la corresponsalía de guerra en África, sus combates de partisano en Yugoslavia y su conversión al catolicismo.

Lo que se rememora en esta obra son cinco conjuntos de informaciones coherentes: la de los antecedentes familiares (la herencia y la familia), la escuela primaria, el internado anglicano de Lancing, Oxford y sus primeras armas como maestro de escuela en el condado de Flint (Gales); bautismo laboral que terminó en un tragicómico intento de suicidio. Las dos últimas partes mencionadas deben leerse en paralelo a la primera obra de Waugh: Decadencia y caída (Decline and Fall), pues es muy interesante contrastar el tratamiento satírico de la novela con las experiencias más o menos objetivas de la autobiografía.

A través del ejercicio de la memoria, autor exorciza los años más idiotas de su vida en una pública autocrítica que debe de tener su fruto en el terreno de la ascesis. Si lo que vino después en la vida de Waugh fue mejor: el éxito, la guerra, sus seis hijos, el reconocimiento...; se lo ha callado para siempre, pues nunca completó la segunda parte de esta autobiografía.

Una vez señalado aquello de lo que no habla, me centraré en lo que podemos encontrar. En estas páginas se esbozan breves retratos y recuerdos de Graham Greene, Alfred Duggan, Ciryl Conolly, W. W. Jacobs (suegro del hermano mayor del protagonista) y de otros como la familia Plunket-Green que le sirvió de inspiración para Brideshead Revisited, sin duda su más famosa novela. También pululan por el libro algunos títulos nobiliarios ilustres que están soportados por personas anodinas, y otras personas cuyo único mérito para salir del anonimato es el haber sido recordados en esta obra.

Los años de la educación secundaria en Lancing siguen el diario que escribía el protagonista en el internado; los de Oxford, por el contrario, se pierden en la bruma etílica de una sucesión de borracheras y calaveradas que le costaron a Waugh una frustrante licenciatura de tercera clase.

Lo que sale peor parado en estas memorias es el sistema educativo de las public school británicas: unos internados sobre los que sobrevuelan la homosexualidad y la pederastia; y unas universidades pobladas por petimetres manirrotos, narcisistas e irresponsables, enamoriscados unos de otros, que maceran en whisky sus excéntricas - e inmaduras- personalidades. Sorprende que en un ambiente así no se pudriera automáticamente cualquier talento. Waugh, Graham Greene, Maurice Bowra, y muchos otros, recuperaron el suyo cuando se liberaron de esa forma de infravida.



jueves, 24 de diciembre de 2009

Muerte civil y exhumación de Sigismund Krzyżanowsky: genio y escritor inexistente.

El ciudadano Krzyżanowsky (léase Lliyanofski) nacido en Kiev en 1887 y fallecido en Moscú en 1950, soportó muchas desgracias en la vida, la primera de ellas ser polaco, católico y abogado en el Kiev de los años veinte del siglo pasado; la segunda la de ser culto: hacer juegos de palabras en seis lengua vivas y en latín, leer directamente a los maestros extranjeros, traducir a Chesterton y a Bernard Shaw, tales ocurrencias y otras similares, le valieron del director de una revista literaria la lapidaria condena: "Usted nos ofende con su cultura". Pero no acaban aquí las desdichas que llevaron a la "muerte civil" a este narrador (poeta, director de actores, periodista y ensayista); no debemos olvidar que cultivó una filosofía del espíritu a lo Berdaiev, que se aficionó al cine y que quiso escribir, como Valle-Inclán en sus últimos años, una prosa vanguardista que sincopara los tempos y el espacio, como los sincopaba el espasmódico cine de la época. ¡Malas aficiones en tiempos de Zhanov! Pero su última y definitiva desgracia fue la pretensión – ¡ridícula, ridícula, ridícula! – de tener sentido del humor, en la Rusia del primer "Gosplan": un humor satírico y sarcástico que estaba absolutamente fuera de lugar en la "Patria de los trabajadores". Lo escribió Gorki, en el informe de 1934 en el que desaconsejaba la publicación del cuento El marcapáginas:

Me parece que en nuestros días, cuando todo el mundo vive con el presentimiento de una gran y desconocida catástrofe, la vanilocuencia maliciosa está fuera de lugar, incluso en el caso de que fuera sincera.

(…) Por eso pienso que las obras del ciudadano Krzyżanowsky difícilmente encontraran editor, y si lo encuentran, entonces, sin duda deformaran algunos jóvenes cerebros, y esto último, ¿acaso hace falta?"

Con semejante recomendación tuvo que ganarse las papillas de kasha y la sopa borsh durante el resto de su inexistente existencia – literariamente hablando – mediante la aplicación de su ingenio a letras de canciones patrióticas, a libretos operísticos que adaptaban clásicos de la literatura rusa, a la redacción alguna esporádica crónica, a la crítica de estrenos teatrales y dirigiendo actores del Estudio Hebreo.

Ventajas de no existir

El informe del gran sátrapa del realismo socialista lo había mandado literalmente a la insignificancia literaria. Pero la insignificancia también tiene sus ventajas, entre otras, las de esquivar el gulag y poder vivir una amargada pero real existencia hasta 1950. Por el contrario, al sátrapa se lo llevó la gripe, junto con sus dos enfermeros que fallecieron a la misma fecha, hora y habitación, dos años más tarde, en 1936. Gripes tan virulentas como la de Gorki, que provocaban orificios de entrada y de salida, hubo unas cuantas en la URSS hasta fechas relativamente recientes.

Mientras tanto, Krzyżanowsky seguía escribiendo sin ninguna esperanza de publicar. Su obra "seria", los ensayos, los cuentos, las novelas, los almacenaba su mujer en casa y hasta el 2001 no han conocido la imprenta.

Aprés la mort, le succés.

Ahora todo son elogios, se le llama: el Borges de Moscú, el Swift del Arbat (se trasladó a vivir a esa calle que da nombre a todo un barrio, número 44, habitáculo,“kvartira”, 5, con ocho metros cuadrados habitables y ventana). Ahora, la Rusia culturalmente activa celebra que Vadim Perel'muter haya dedicado treinta años de su vida a recolectar la dispersa obra de este escritor tan incomprendido como genial, y los españoles podemos celebrar que Siruela haya traducido e impreso una colección de cuentos titulada: La nieve roja. De esa colección recomiendo a mis lectores tres relatos: El codo sin morder, Marcapáginas y La hulla amarilla. Este último podría aplicarse a la España de Zapatero. Cuando lo lean, descubrirán por qué.


sábado, 14 de noviembre de 2009

Ernst Jünger: Venganza tardía, Tusquets. 2009

Wolfram es un chico tímido que vive con sus abuelos. Su padre es comandante del Batallón de Marina y ha sido destinado a la que fue la principal base alemana en Oriente: Tsing Tao. Así, como la cerveza que expenden en el Gran Muralla o el Shangai, cuya fábrica debieron fundar los rubicundos teutones en los años que median entre la rebelión de los boxers (1900) y el comienzo de la I Guerra Mundial. El abuelo es maestro en una escuela primaria y cuando acuden ambos a ella, aprovecha para enseñarle a su nieto los nombres de los árboles y las plantas.

Wolfram tiene muchas cosas comunes con E. Jünger, a ambos les gustaba leer a Karl May, al explorador Stanley y a Federico Schiller. Los leían a escondidas durante la noche (como hacía Stephan Zweig , como han hecho miles de niños, y como hacía yo mismo); por lo que no es de extrañar que estuvieran adormilados durante las clases del día siguiente. Las cosas se complican cuando Wolfram comienza a tener “ausencias” (ignoro si también las tuvo Ernst Jünger). Cuando eso le sucede, el niño se queda como idiotizado y, una mañana, está a punto de ser atropellado por un tranvía. Sus abuelos acuden a un médico judío que ha estudiado en Viena (Cohn) y lo cambian de centro.

En el nuevo centro hay un profesor de Matemáticas odioso: Hilpert. Tanto miedo le inspira al niño que en sus clases sólo puede tartamudear, sentirse paralizado y se comienza a ser perseguido por la imagen del profesor. Cada vez que el recuerdo del señor Hilpert le asalta, Wolfram siente que sus esfínteres se aflojan; da lo mismo que se encuentre en mitad de la calle o en el parque. Sólo pudo superar el trauma cuando despidieron al odioso geómetra de la escuela, por beodo.

Unos meses más tarde, volvieron a cambiar a Wolfram de centro: aprobó el ingreso en el Gimnasium, y su personalidad comenzó a sufrir transtornos bipolares que tenían que ver con sus lecturas: unas veces era un paria de la India, y se humillaba ante todos, y otras era Old Shalterhand, el vaquero, y entonces zurraba a los demás niños, a puñetazo limpio, sin motivo ni aviso alguno. No hay transición entre un estado y otro. Llegó un día en el que el resto de la clase, magullada y harta de él, lo acusó ante el profesor de Latín: Entonces, el pequeño ezquizoide se sube al pupitre, olvida su tartamudez y suelta dos brillantes discursos en los que se defiende, primero al estilo de Cicerón y, después, con la mayéutica de Sócrates. Fue su última aparición en público.

¿Qué hay de biográfico y qué de inventado en esta tardía obra de un Jünger septuagenario? No puedo saberlo, a pesar del posfacio, las notas, el prólogo y el prefacio que la acompañan. Como prosista, siempre me han fascinado sus diarios de Tempestades de acero, y la novela: Sobre los acantilados de mármol (Auf den Marmor Klippen). A ellas me remitiría antes de recomendar esta novela, que sabe a poco y de la que, a medida que vas leyendo, esperas más, mucho más. Tengo muy buenas referencias de Abejas de cristal, pero no ha caído en mis manos, todavía.

viernes, 13 de noviembre de 2009

El niño prodigio, de Irene Nemirovski y la realidad excesiva

La editorial Salamandra está publicando con cuenta gotas las novelas y relatos de Irene Nemirovski que Mondadori publicita en Italia. Lo hace en medicinales dosis porque quiere estirar el filón de beneficios que le proporciona esta autora, y, también, porque los lectores, como humanos que somos, no somos capaces de soportar demasiada realidad.

La realidad que aparece en los relatos de esta novelista francesa (de origen hebreo y ruso) está destilada, concentrada, potenciada, como los aceites de lavanda que se utilizan en perfumería. Sin duda, algo tiene que ver con ello su peculiar método de trabajo: Acostumbraba a rellenar cuadernos enteros con descripciones y rasgos de sus personajes, para utilizar tan sólo unos pocos párrafos en la redacción final. Por eso sus personajes llegan a la novela con una “madurez“ que sorprende al lector español del siglo XXI; sobre todo, si está habituado a sufrir la prosa de nuestros autores de más vendidos. Haber meditado, sopesado, seleccionado, largamente los hilos y los protagonistas le permite a la Nemirovska detenerse cuando quiere con la preciosista descripción de detalles psicológicos o galopar sobre el argumento en otras ocasiones. Sus frases son equilibradas, melódicas, aún en la traducción, y muy efectivas dentro del párrafo. Por eso, leer a Irene Nemirovsky es sufrir siempre una sacudida, una convulsión emocional.

Alguno pensará que eso sucede por la naturaleza, casi siempre trágica, de sus argumentos. Pienso que no es así. Un argumento triste, si lo desarrolla un torpe, se queda en un sainete, una opereta, la caricatura de un drama. En la pluma de la francesa, un suceso cualquiera, una fiesta, un encuentro entre un médico y un paciente, un episodio aparentemente anodino, se transforma en algo medular en la biografía de los personajes; y lo se consigue, sin duda, porque descubrió por su cuenta la misma máxima que aconsejaría más tarde Nabokov: “¡Mimad los detalles!”.

El niño prodigio es una triste historia judía de Crimea, la patria de su familia. Leerla, conmueve y encoge el aliento. Por fortuna es breve, porque tampoco yo, como lector, soy capaz de soportar demasiada realidad.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Las hogueras de los cátaros ardieron en la URSS

Ayer comenté la novela de Humphrey Slater El conspirador, hoy quiero dedicar unas líneas a Los herejes.
El libro lo leí empujado por la crítica del mismo que se hacía en las páginas de Libertad digital. Hoy hago público mi propósito de no volver a fiarme de semejante criterio, pues la he hallado insolvente e innecesaria. La novela en cuestión tiene dos partes bien diferenciadas. La primera se desarrolla en Avignon a comienzo del siglo XIII y narra una histérica -y sórdida- caza de albigenses que termina con la venta de los huérfanos como esclavos en los mercados de Alejandría. En esos capítulos iniciales, la jerarquía eclesiástica auna incompetencia con fanatismo y la descripción de sus miembros, criterios morales y actuaciones políticas, merecería figurar en un curso de anticatolicismo acelerado patrocinado por el Gran Oriente del Rito Escocés Antiguo y Reformado. La segunda parte de la novela transcurre durante la Guerra Civil Española, en la que combaten los protagonistas, tres amigos británicos y un coronel español. El libro termina con el exilio republicano, en Avignon. Cuando los últimos huérfanos de la novela se bañan en las orillas del Ródano al igual que hicieron los niños del capítulo primero, la mente del lector ya ha identificado a los inquisidores deshumanizados de la Edad Media con los estalinistas del S.I.M. y su caza de “desviacionistas!” (disidentes, trosquistas, anarquistas), en un peligroso juego político en el que tanto la lealtad absoluta de los militantes de base, como la mínima diferencia con la línea oficial del Partido, pueden llevarlos al cadalso.
Históricamente, tiene muchas inexactitudes e incorrecciones. Si nos guiásemos por la pluma de este escritor británico nacido en Sudáfrica, llegaríamos a la conclusión de que en nuestra guerra civil combatieron soldados de todas las nacionalidades menos de la española. Tal vez por su condición de brigadista internacional, el autor se mantuvo apartado del contacto real con la leva española, y vivió los tres años de campaña en una burbuja angloparlante. Las páginas más vivas y, sin duda, las mejores, son las que narran las acciones de una batería anticarro en la batalla de Brunete. En esos párrafos, en los que la biografía del autor coincide con la del protagonista, se aprecia un aire testimonial que las hace sinceras, veraces. Desgraciadamente, no aporta nada nuevo, uno ha leído relatos más espeluznantes de ambos episodios.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Humphrey Slater y la crueldad de la Revolución.

No he podido disfrutar de la fiesta que la villa de Madrid ha celebrado hoy, “por ser la Virgen de la Muralla” (en árabe vulgar y castizo, el cheli del árabe: Almudena). Sin embargo, no por eso he dejado de acordarme de la aparición cuasi milagrosa de la imagen de la Señora; que tuvo a bien desplomar el trozo de muralla que la ocultaba sobre un rebaño de lameculos que daba la bienvenida al rey don Alfonso VI, allá por el 1086, con la esperanza puesta, seguramente, en una subdirección general. El pergamino que se levantó para dar fe de tan sorprendente -y oportuna -aparición lo firmaron Ruy Díaz de Vivar, el rey Alfonso y otros nobles algo menos mimados por la épica castellana; y se conserva en buen estado y recaudo en los archivos del arzobispado madrileño.

Por aquellas travesuras de Clío, quien, a veces, gusta de jugar a las adivinanzas; en tal fecha como hoy cayó el Muro de la Vergüenza, y los histriones de la cosa pública se arrejuntan esta tarde “Ünter der Tilen” con objeto de celebrarlo y hacerse unas fotos.

Como Kennedy, “Ich bin ein berliner” (“Soy un berlinés”), y lo he festejado con la novela El Conspirador, de Humphrey Slater. Una historia que llevaron a la pantalla Elisabeth y Robert Taylor en los lejanos años cincuenta.

La novelita la ha publicado Galaxia Gutemberg, es breve y demoledora con la burocracia del NKVD y con el espionaje soviético. La crítica es tan dura que más de uno podría pensar que el autor está haciendo propaganda barata; yo también lo creería si ignorara que Slater pagó muy caro, tal vez con su vida, el poder formular abiertamente tales críticas. Escritor y pintor abstracto, nacido en Sudáfrica en 1906, fue reclutado en los años treinta por el Partido Comunista y, como tanto jóvenes de Cambridge, luchó en la Brigadas Internacionales en las que alcanzó el grado de capitán, al mando de una batería anticarro. Su experiencia en la “Guerra de España” debería haberle promocionado dentro del Cuerpo de Oficiales de Reserva (R.O.C.) durante la Segunda Guerra Mundial, pero como era un conocido comunista, sus superiores lo mantuvieron apartado de cualquier posibilidad de ascenso. Al ser desmovilizado mantuvo su militancia durante algún tiempo, viviendo como el conspirador de su novela, hasta que, finalmente, cortó con el Partido, su burocracia, y su fanatismo.

De su experiencia en España, salió la novela Los herejes, de la que espero hablar próximamente, y de su militancia El Conspirador.

Algo de este país debió llegar muy hondo en las entrañas de Slater porque volvió a visitarnos con intención de redactar sus memorias, inacabadas, y morirse sorpresivamente en Valencia en 1958.

Como homenaje dejo esta cita que bien merece una reflexión:

La crueldad casi sobrehumana de la Revolución impresionó a Desmond y le llenó de un temor reverente, casi religioso, que forjó y afianzó su lealtad”

(El Conspirador, página 79)

domingo, 8 de noviembre de 2009

Dan Coyle: Explorar el Planeta y descubrir el ombligo.

El libro de Dan Coyle La claves del talento: ¿Quién dijo que el talento es innato? Aprende a desarrollarlo, Barcelona, Ed.: Zenith, 2009, 235 páginas; se concibe como una respuesta a la pregunta ¿Cómo es posible que un ruinoso club de Moscú, con una sola pista cubierta, coloque siete tenistas (Kournikova, los hermanos Safin, Dinara Dementieva, Natasha Myskina, y Dimitri Tursunov) entre los veinte mejores del mundo? Tan estimulante pregunta se convirtió en un viaje de un año a los “semilleros de talento” del mundo. Escuelas de música alternativa o academias de canto y danza que han formado a varias estrellas de la música pop como Beyoncé, campos de fútbol-sala brasileños por los que han pasado todos los millonetis del Carrusel deportivo y escuelas de béisbol de Curazao o Santo Domingo que colocan a sus alumnos en las grandes ligas; fueron visitadas por este norteamericano que, como periodista deportivo que es, establece una identidad absoluta entre “talento” y cualquier actividad psicomotriz, siempre que esta exija un mínimo de precisión, rapidez y técnica. Si usted cultiva la literatura, la hermenéutica filosófica o la matemática del caos, y se ha planteado comprar el libro, debe saber que, por principio, para el autor, queda usted excluido del grupo de personas con “talento”.

Cabría esperar que los meses empleados en desplazarse hasta esos mágicos lugares en los que los talentos parece surgir como hongos hubiera cuajado en un método capaz suscitar nuevos "semilleros" en cualquier otra actividad o parte del mundo. Ni lo sueñen. Si el talentoso autor de esta maravilla de la literatura ha descubierto algo parecido a una fórmula o algoritmo, se lo ha dejado fuera del libro, en el cajón de su mesa de trabajo, allá en Alaska, donde el yerno de la Palim. Cabe sospechar que se ha guardado para sí tales conclusiones, pero, tras leer el libro, más bien sospecho, porque ha agotado su "desarrollada" capacidad descubriendo nociones tan revolucionarias como: “práctica intensa” y “aprender de los errores”; amén de recomendarnos que practiquemos diez mil horas si queremos desarrollar nuestro “talento” tocando el clarinete o lanzando una bola de béisbol. Eso sí, salpimentado la prosa con un pellizco divulgativo sobre la importancia de la mielina en los circuitos neuronales.

Después de leer libros como el de Dan Coyle, y de ver los brillantes resultados de la política norteamericana en Irak y Afganistán, uno llega a una conclusión de que “el Imperio” llega a su fin; lo que viene detrás es una generación con bulbo raquídeo en lugar de cerebro.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Las crisis según Alberto Einstein

Un alumno de segundo de Bachillerato me ha pasado un texto de Albert Einstein que no resisto a reproducir. Como el chico procede de la LOGSE, pedirle que supiera citarlo, con obra, capítulo y página, era pedir demasiado. Sólo puedo afirmar que no procede de Mi credo humanista, ni de Mis creencias, pues en ambas recopilaciones he rastreado infructuosamente el fragmento que paso a mecanografiar:
"No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis donde nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis, se supera a sí mismo sin quedar 'superado'.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más los problemas que las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla".
Albert Einstein.

miércoles, 28 de octubre de 2009

La literatura nacional durante la Guerra Civil

Mi amigo Adolfo Torrecilla ha reseñado para Aceprensa la obra de José María Martínez Cachero. Liras entre lanzas. Como este es un homenaje a Foxá (y a Pemán y a Miquelarena) sin luceros, lo reproduzco íntegro.

José María Martínez Cachero: Liras entre lanzas. Historia de la literatura “nacional” en la Guerra Civil, Madrid, Castalia. (2009) 383 págs. 24 €.
A la numerosísima bibliografía existente sobre la Guerra Civil española se suma este estudio sobre la literatura “nacional” durante la contienda, periodo apenas estudiado por los especialistas que han optado por reivindicar, de manera generalizada, la literatura escrita en el bando republicano. José María Martínez Cachero, Catedrático Emérito de la Universidad de Oviedo y experto en la literatura española de los siglos XIX y XX, escribe en el prólogo que la literatura del bando “nacional”, por cuestiones ideológicas, ha sido “olvidada o menospreciada por algunos tratadistas como si no hubiese existido”. Su deseo es abordar esta literatura desde la objetividad e independencia, sin caer en la trampa del maniqueísmo ideológico y sin buscar falsas comparaciones con lo que, en esos mismos años, se estaba escribiendo en el bando republicano.
Para situar el tema abordado, en el primer capítulo Martínez Cachero analiza las ciudades del bando nacional que tuvieron un destacado protagonismo político y cultural, como fueron especialmente Burgos Salamanca, Pamplona, San Sebastián (“Madrid al borde del mar”, como la definió Agustín de Foxá) y Sevilla. En estas ciudades muy pronto nacieron numerosas iniciativas culturales del nuevo régimen. A continuación describe la actividad cultural relacionada con la publicación de diarios y revistas. Los nuevos periódicos que nacieron, además de compartir la línea editorial, mostraron también las diferentes sensibilidades que había en el bando nacional: monárquicos, carlistas, católicos, derechistas, falangistas, etc.
Fueron muchas las revistas culturales que nacieron durante esos años, algunas de gran calidad, a pesar de las circunstancias. Por ejemplo, en Burgos vio la luz la revista Destino, que dirigía Ignacio Agustí; y en San Sebastián, la revista humorística La Ametralladora, precedente de Gutiérrez y La Codorniz, que dirigió Miguel Mihura y donde colaboraron escritores de la talla de Tono, Edgar Neville, Jacinto Miquelarena y Álvaro de Laiglesia. También durante la guerra nacieron las revistas Jerarquía, Mediodía, Misión, Domingo y Vértice, entre otras muchas.
En sucesivos capítulos Martínez Cachero habla de la producción de libros por géneros literarios. Comienza con las crónicas de guerra escritas por autores nacionales. Las más difundidas, aunque de dudosa calidad literaria, fueron las que escribió Víctor Ruiz Albéniz, que firmaba con el seudónimo de “El Tebib Arrumi”. Los libros de memorias durante esos años fueron legión pues muchos aficionados pusieron por escrito sus testimonios como combatiente nacional o como cautivo del enemigo republicano. En relación con los ensayos publicados, Cachero analiza más detenidamente los que publicaron Eugenio D´Ors, Ernesto Giménez Caballero, Eugenio Montes y Federico García Sánchiz.
“Por su condición de género más en contacto directo con el público destinatario –escribe Cachero- fue el teatro especialmente atendido así en la teoría como en la práctica”. Por toda la geografía “nacional” proliferaron compañías profesionales y grupos de aficionados que llevaron el teatro a todos los rincones con representaciones de autores clásicos –la opción preferida por el nuevo régimen– y obras de circunstancias que entrarían dentro del denominado “teatro de urgencia”. Pero también durante la guerra algunos autores de renombre –como Joaquín Calvo Sotelo, Miguel Mihura, Jardiel Poncela, Eduardo Marquina, Adolfo Torrado- estrenaron obras, no todas directamente vinculadas con la marcha de la guerra civil. En este sentido, Cachero destaca la calidad de la obra de teatro de Foxá Cui-Ping-Sing, alejada de la literatura de compromiso.
Sobre la poesía, como sucedió en el bando republicano, se dio lo que el autor describe como multitudinaria movilización en la que participaron especialmente los poetas aficionados, que abusaron hasta la saciedad del género heroico-propagandístico. De todas maneras, hubo poetas de renombre que pusieron su poesía también al servicio de la causa, con más o menor intensidad y calidad, como sucedió con Manuel Machado, Gerardo Diego, Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo, José María Pemán...
La valoración que hace Martínez Cachero de la producción novelística durante estos años es negativa, pues el maniqueísmo ideológico ahogó la calidad literaria. Aquí también proliferaron los escritores aficionados, que fueron los que más mezclaron en sus narraciones lo sentimental-rosáceo y lo político-bélico, con escasos vuelos. Hay, de todas maneras, algunas salvedades. Otra vez vuelve a aparecer Agustín de Foxá, autor de Madrid de corte a cheka, publicada en abril de 1938 y considerada como una de las mejores novelas sobre la guerra civil.
En el epílogo, José María Martínez Cachero hace un rápido balance de esta literatura: “estamos ante una creación en buena medida ocasional, urgida por las circunstancias bélicas y políticas que no concedían tregua para el sosiego del ánimo y la consiguiente obra en libertad”. Y en su valoración personal destaca el papel que desempeñaron tres importantes escritores: Agustín de Foxá, José María Pemán y Jacinto Miquelarena.
Adolfo Torrecilla

lunes, 26 de octubre de 2009

Alfonso Basallo en La Gaceta (de los negocios)

La recién re-aparecida Gaceta de los Negocios, cuya reciente adquisición por el grupo Intereconomía se ha traducido en más papel y más garra, publica hoy, lunes 26 de octubre de 2009 la entrevista que reproducimos más abajo.
El inventor de este tipo de interrogatorio llamado CALEIDOSCOPIO es el periodista zaragozano Alfonso Basallo, antiguo redactor de El Mundo del siglo XXI y autor del libro de autoayuda para matrimonios: Pijama para dos, escrito a la limón con su esposa, Teresa Díez-Antoñanzas.

El tipo de preguntas y respuestas de CALIDOSCOPIO son ágiles, rápidas y directas. Una entrevista que se puede hacer en un minuto, pero que llega al mentón del lector con contundencia. Ahí va la prueba.

CALEIDOSCOPIO"La izquierda puede recuperar la checa de la calle Riscal"

Alfonso Basallo


Es hijo de austriaco que acabó en un campo de concentración nazi: Sabe de totalitarismos: fue corresponsal en el Este. Y cree que pueden infiltrarse en las democracias a través de sectas como la de Zapatero


-¿Juan Luis Cebrián?

-Tiene correajes en la cabeza, pero...

-¿Pero...?

Le tengo mucho que agradecer.

-¿Se fue de `El País' por el 11-M?

No acepto que me impongan dogmas.

- Pero fue joven comunista en Euskadi.

Tenía 16 años.

-¿Acné juvenil?

No: rebelión contra el facherío.

-Pero ahora escribe en ABC.

Es que sigo rebelándome

-¿Con?

La secta de ZP.

-¿Lo peor de Zapatero?

Dice que verdad y mentira son lo mismo.

-El nacionalismo se cura viajando.

No crea: Otegi va a Francia.

-¿Cataluña cambiará la Navidad?

Son caciques: por un lado, multan al comerciante.

-¿Y por otro?

Dejan a Millet libre y sin fianza.

-¿Adónde va la izquierda en España?

A este paso, a resucitar la checa de la calle Riscal.

-¿Katyn es el Guernica de la izquierda?

Katyn es Paracuellos.

-¿Qué me dice del silencio de los sindicatos?

Con Telemadrid están locuaces.

-Bardem, callada ante Afganistán...

Les importa un comino.

-¿Quién derribó el Muro?

Juan Pablo II y Reagan.

-¿Obama será un JFK?

JFK está muy sobrevalorado

-¿Será un Carter?

Veremos, pero tiene boletos

-¿Hay políticos con complejo de Tara?

Han jurado no volver a pasar hambre.

-Loyola de Palacio.

Mi amada prima. ¡Qué categoría!

-¿Puede repetirse Alemania 1933?

Muy fácilmente.

-¿Por nuevos sátrapas?

Peor: por la docilidad del pueblo.



jueves, 22 de octubre de 2009

Magda Szabó y el mal que no quiero

Magda Szabó es una escritora húngara nacida en Debrecen en 1917 y fallecida en 2007, supongo que en esa misma ciudad natal, de la que no es un tópico decir que era amada por la autora. No lo es, no porque le dedicara, a modo de guía turístico-literaria uno de sus 48 libros; sino porque procedía de una familia de pastores calvinistas y Debrecen es la “Roma calvinista” de las llanuras magiares: La iglesia de Debrecen es el templo reformado más grande de esa parte de Europa, su gimnasium confesional, uno de los más prestigiosos del país, su universidad, hoy Lajos Kossuth (en honor al líder independentista de 1848 que hizo de ese municipio la capital del territorio sublevado) comenzó siendo una facultad de teología protestante. En las tres instituciones se formó la autora que se graduó en Filología Latina y Magiar en 1940 y en el internado protestante de la ciudad trabajó hasta 1945.

Aparte de su labor como novelista, esta mujer también ha desempeñado cargos de responsabilidad en la estructura protestante de su país. No es de extrañar, pues que en sus narraciones exista una, a veces soterrada, pero muchas veces manifiesta, presencia de mitos clásicos y voces y temas bíblicos.

La Szabó me tiene gratamente impresionado tras la lectura de las dos novelas que se pueden encontrar en español: La puerta y La balada de Iza. Adelanto aquí que son tragedias con molde de novela. Tienen fuerza descriptiva, tensión argumental, contraste de caracteres y personajes memorables, de esos que no te dejan indiferente. La lectura de ambas novelas pueda llegar doler, lo que no es posible es dejar de terminarlas porque atrapan al lector en las primeras cincuenta páginas (que es un crédito razonable que se puede conceder a un autor).

Aviso a los cibernavegantes que no deben confundirla con la pintora canadiense parónima, pues la última no acentúa la o final. Por lo demás, el apellido Szabó debe ser común en Hungría, ya que he encontrado tres novelistas y poetas (Lazsló, Pal y Desző) con ese mismo apellido, amén de un cineasta llamado István Szabó que, casualmente, filmó una novela de Magda. Lamento que esté fuera de mis conocimientos establecer una posible relación entre todos ellos.

Uno de los datos biográficos que se le quedan a uno grabados a fuego es que en 1947 a esta autora le retiraron su primer premio de poesía, el Baumgarten, el mismo día que se lo entregaban. Poco después de la ceremonia se presentó un funcionario del gobierno se lo reclamó. Unos meses más tarde la expulsaban de su trabajo en el Ministerio de Asuntos Religiosos y Educación. Gobernaba el país Mátyás Rákosi, corrían los tiempos de la “vigilancia”, inteligente operación que consistía - simplificando- en expulsar de la estructura del estado a todos los “enemigos de la clase obrera” y sustituirlos por albañiles semialfabetizados. La autora, poseedora de una titulación universitaria, pertenecía, por eso mismo, al grupo social humillable y -como no podía ser menos- se quedó acompañando en el paro a su marido, traductor.

El matrimonio sobrevivió porque aún quedaban en la puszta escuelas rurales vacías. Quizás hubieran terminado sus días ordeñando vacas y fabricando ese rico emmental húngaro, si la esposa no se hubiera lanzado a escribir la elogiada novela Fresco que le valió el Premio Attila Josif en 1958. (Lo cual es como decir que le conceden el – es un suponer- “Premio Rafael Alberti” convocado por PCE a José Manuel de Prada) ¿Qué había pasado entre tanto para que las autoridades envainaran? Pues nada más y nada menos que 2.500 muertos (aprox. 800 soviéticos), 13.000 heridos, 26.000 detenidos, 350 fusilados. El país se lamía las heridas de octubre de 1956 y los nuevos dirigentes se daban cuenta que no podía volver descarnadamente a los tiempos de Rákosi. Por su parte, la Szabó, evitó en el futuro enfrentarse abiertamente al sistema y se limitó, que no es poco, a dejar que la realidad se colara entre las páginas de sus novelas. Pronto conoció el éxito, una de sus novela Abigail la filmó la televisión húngara, otra se ha llevado al cine y en una nación tan bibliófila como la magiar, cuatro de sus libros están entre los cien más vendidos.

Después de leer lo poco que le han publicado en nuestra lengua, y tras cotejar algunos textos suyos traducidos al inglés, le dedico esta frase de San Pablo que parece reflejar en fatum de las protagonistas: “No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero”. A veces, sin desearlo, hacemos sufrir a los que amamos.

martes, 20 de octubre de 2009

Los días contados de Miklós Bánffy

Libros del Asteroide acaba de publicar la primera parte de la "Trilogía transilvana" del diplomático y escritor (y decorador y músico, y diseñador y coreógrafo) Miklós Bánffy (1873-1950). El libro en cuestión se ha traducido como Los días contados, pues la trilogía alude a la visión del profeta Daniel en la cena del rey Baltasar en la que una mano escribe en la pared del palacio "está contado" (Mané) "(está falto de)peso" (Tekel) y "será dividido" (Farés), que en la extensa novela de Bánffy permite ser aplicado no al imperio Neobábilónico de Nabucco y Baltassar, sino al Austro-húngaro de Francisco José.
Afirmaron en su día dos testigos poco sospechosos, una criada y el cura del pueblo de Bonchida, que existió un sexto cuaderno manuscrito que contendría un útimo volumen de la tetralogía; pero nadie lo ha vuelto a ver desde 1945 y lo más probable es que haya ardido en esas fechas a manos de los soldados soviéticos en el apartamento del conde en Kolószvar (hoy Cluj Napoca) o de los alemanes en Bonchida (predio transilvano de la familia), cuando quemaron el castillo centenario de los Bánffy en represalia por las velidades aliadófilas del diplomático (fue comisionado por el gobierno húngaro para negociar con los rumanos un cambio de bando en 1943 tras las cuantiosas pérdidas de los ejércitos magiares -el "Hovend"- en el frente de Rusia).
Bánffy lleva en su apellido la palabara Ban que en rumano signfica "dinero" y en magiar deber ser algo así como "señor feudal". Con esa palabra se ha formado el nombre de una región geografica, el Banato, que viene a traducirse como el señorío; lo mismo que las cercanas Voivodina y Herzegovina pueden traducirse como "El ducado" en alemán y en alguna lengua eslava.
Los Bánffy instalaron su torre en Transilvania (Erdélyi) en el siglo catorce y después, pasado el peligro otomano, la transformaron en castillo y palacio. Rodeada de montañas y bosques, feraz en caza y en pesca, proporcionaba a su dueño dinero suficiente como para poder dedicarse a la política. Fue diputado al parlamento de Budapest durante los años 195 a 1919, más tarde, fue intendente de los teatros nacionales y allí conoció a su mujer, una antigua cantante de ópera. Como intendente de teatros le decoró a Belá Bartok su ópera El castillo de Barba azul, y más tarde, tuvo que organizar la coronación como Rey de Hungría del Beato Carlos de Habsburgo (actuación esta última en la que fue muy criticado por introducir en la ceremonia una delegacion de mutilados de guerra que saludara al nuevo sucesor de István Królyi).
Mihaly Karolyi, el que proclama la independencia de Hungría en 1918, era primo de nuestro autor y lo comisionó para diversas misiones diplomáticas después de 1920 cuando las bayonetas rumanas, checas y del reconstruido ejército nacional húngaro expulsan la breve y sangrienta "República de los Consejos" de Bela Kun. La diplomacia es su oficio, romper el aislamiento del joven reino sin rey es una tarea importante, pero al conde le atrae su tierra natal, consigue el permiso para regresar a su casa, ahora Reino de Rumanía, y se le concede a condición de no participar en política durante diez años. Durante el periodo de entre guerras escribió esta trilogía y cultivó el Transilvanismo.
¿En qué consiste el Transilvanismo? En el esfuerzo de los magiares que ahora se han convertido en ciudadanos rumanos por conservar su cultura, su lengua y sus costumbres. Como escritores, se agruparon en la asociación Helikón, y como editores en otra semejante. Como poetas rescataron la balada popular de los Székely, ese pueblo montaraz, húngaro parlante, que dice descender de las tribus que Choba, hijo de Attila, dejó en Panonia. Extremo y cuestión que nadie ha explicado satisfactoriamente, aunque parece apoyarlo el hecho de que los Szekely llamen a la Vía Láctea "El camino de las huestes", indicando que fueron las señales que guiaron la llegada y el regreso de los jinetes hunos.
Literariamente, el personaje transilvano húgnaro por excelencia no es el conde Drácula (eso será entre los rumanos) sino el hombre montaraz astuto y vitalista que ejerce el ingenio para sobrevivir en condiciones muy duras.
Quienes mejor han retratado a los szekely son Aron Tamasi (Abel en la selva, Abel en la ciudad, Abel en América) y Josef Nyéri en El Uz, novela de las sierras de Transilvania, que se editó en Madrid en los años cuarenta, por estar su autor huído del territorio natal tras la II GM.
El transilvanismo de Báffy es más aristocrático que el de los dos anteriores, más ceñido a su clase social, a sus primos y parientes, todos ellos terratenientes , condes (¿qué húngaro con cierto nivel de ingresos no lo era?) y adinerados miembros del casino de Kolószvar.
La novela la ha traducido el chileno- de apellido croata- Adan Kovacsics que es quien mejor traduce al español desde la lengua magiar tras la muerte de Judith Xantus. La prologa Mercedes Monmany, crítica literaria que también se ha dado un garbeo por la "Casa de escritores" del lago Balatón (un antiguo palacio de los Esterhásy) en los encuentros que Kovacsics y la Xantus organizaban cada verano con estudiantes y aprendices de traducción magiar-español.
Si con lo he contado no tiene usted ganas de comenzar Los días contados no sabe usted lo que se pierde.
Dixi.

sábado, 15 de agosto de 2009

Barteleby en La Alcarria

Fustigado por los gritos de "¡Holgazán!" con los que me distingue Marmotino, y angustiado por la amenaza de no volver a probar el arroz con gambones -que tan bien se cuece en "La madriguera"-; vengo hoy a (d)escribir por qué no escribo.
Para exponer las profundas razones de la agrafía, este pájaro necesita mencionar a H. Melville y a su relato Barteleby el escribiente, personaje que, a cada tarea que se le proponía, se le solicitaba e incluso se le ordenaba, contestaba con un escuálido: "Preferiría no hacerlo".
Este "escribiente que no escribe" ha sido reutilizado por E. Vila-Matas en el ensayo Barteleby y Compañía (Anagrama, 1999) para indagar las razones que llevan a algunos escritores al silencio o a dejar de redactar en una fecha bastante distinta a la del óbito.
Esta semana, es decir, ayer y hoy, he buceado en ese "libro de eixemplos por abc" que es el estudio de Vila-Matas para intentar dar con alguna razón "pretextable"; con algo que, en fin, disimule la pereza y recubra sus vergüenzas con una gasa intelectualoide. Para mi suerte he encontrado dos sólidas razones que justifican el no escribir.
La primera de ellas consiste en alegar que uno ha chocado con el "nouveau roman" francés de los sesenta y con la semiótica y la crítica literaria gala de los sestenta y ochenta. Efectivamente, todo el mundo comprende que si uno lee a Robbe Grillet en su etapa más "chosiste" y después se chuta un cocktail de Roland Barthes y Julia Kristieva mezclados con unas gotas de Lacan o de "deconstructivismo" (Derrida); se le mueran de asco las ganas de seguir escribiendo.
Para redactar se necesitan algunas gotas de optimismo o, si se quiere, de ingenuidad: la ingenuidad de pensar que lo que escribes va a significar lo que tu crees que significa. Pero si viene uno de esos tipos formados en las "filosofías de la sospecha" o en lo que Harold Bloom llama la "escuela del resentimiento", y te leen; lo mínimo que te puede pasar es que descubran que en realidad, estás expresando tus prejuicios de ... (clase, cultura, sexo, raza, ideología, europeocentrismo, etc., rellene usted lo que más le convenga). Si ocurre eso, apaga y vámonos, porque te ha caído una infamia que te va a sobrevivir.
La segunda buena razón para dejar de escribir es la que expone el Premio Nobel jamaicano Derek Walcott en su poema Volcano: convertirse en "el mejor lector del mundo".
Desgraciadamente, ambas razones son poco creíbles en mi caso. La primera porque nadie que me conozca acepta, en estado de sobriedad, que este gorrionazo haya aguantado más de quince minutos a Derrida. La segunda, porque para convertirme en ese lector del que habla Walcott, tendría que asumir unas palabras de Schopenhauer que cito, más que nada, para seguir saqueando el libro de Vila-Matas (página 153):
"Los libros malos son un veneno intelectual que destruye el espíritu. Y porque la mayoría de las personas, en lugar de leer lo mejor que se ha producido en diferentes épocas, se limitan a leer las últimas novedades, los escritores se reducen al círculo estrecho de las ideas en circulación, y el público se hunde cada vez más profundamente en el propio fango"
Que cada uno medite para sí.

P.D.: Marmota, ¿con esto tengo derecho a otro arroz?

miércoles, 5 de agosto de 2009

La calavera de cristal

¿Sabían ustedes que Pancho Villa llegó hasta Cuzco y que los incas hablaban maya? Yo, hasta que vi "Indiana Jones y la calavera de cristal" tampoco. Menos mal que andando el film aparecen unos extraterrrestres y, gracias a ellos, la película gana en verosimilitud. Normalmente, hasta un alumno de la LOE habría suspendido con afirmaciones como las que inician este párrafo pero, al parecer, para ser guionista de Hollywood, no es necesario haber obtenido un "suficiente" en historia. No lo precisan porque todo, hasta la guerra de Afganistán, se soluciona con persecuciones, tiroteos -en los que los malos tienen muy mala puntería-, efectos especiales, y animación por ordenador. Con semejantes ejemplos de erudición me explico que el presidente Obama elogie la convivencia entre las tres religiones en la época de la Inquisición y que aquí andemos a vueltas con la "memoria histórica" que no es otra cosa que la manipulación del pasado por la ideología del presente.
En la Rusia de Putin sí que se toman en serio la historia, se la toman tan en serio que acaban de hacer una ley por medio de la cual pueden encarcelar a quienes enseñen una historia de Rusia distinta de la oficial. El comité de la academia de la Historia, o como se llame, está formado por tres miembros, uno de los cuales procede del campo de la investigación sociopolítica y es un auténtico especialista en la historia contemporánea del país, pues procede nada menos que del FSB, antiguo KGB y, para entendernos, el "Ministerio del Interior" pero en plan ex-soviético. Tal medida, unida al mopolio de la prensa de que disfruta el vicepresidente Vladimiro, hace presagiar un futuro muy, pero que muy, liberal al país-continente de Iván el Terrible.
En España, como tenemos 17 taifas, cada reyezuelo intenta tocarle el trasero a Clío en lo que respecta a su feudo; pero aquí tiene menos trascendencia, porque lo único que de verdad nos importa es el fútbol. Por eso, yendo como vamos, me veo explicando que Franco ganó la batalla del Ebro porque los nazis compraron al árbitro.

jueves, 30 de julio de 2009

19 consejos para escribir de J. R. Ayllón

* Lo primero hes conozer vien la hortografia.
* Cuide la concordancia, el cual son necesaria para que Vd. no caigan en aquellos errores.
* Y nunca empiece por una conjunción.
* Evite las repeticiones, evitando así repetir y repetir lo que ya ha repetido repetidamente.
* Use; correctamente. Los signos: de, puntuación.
* Trate de ser claro; no use hieráticos, herméticos o errabundos gongorismos que puedan jibarizar las mejores ideas.
* Imaginando, creando, planificando, un escritor no debe aparecer equivocándose, abusando de los gerundios.
* Correcto para ser en la construcción, caer evite en transposiciones.
* Tome el toro por las astas y no caiga en lugares comunes.
* Si Vd. parla y escribe en castellano, O.K.
*¡Voto al chápiro!... creo a pies juntillas que deben evitarse las antiguallas.
* Si algún lugar inadecuado en la frase es para un verbo poner colgado, el final de un párrafo lo es.
* ¡Por amor del cielo! ¡No abuse de las exclamaciones!
* Pone cuidado en las conjugaciones cuando escribáis.
* No utilice nunca doble negación.
* Es importante usar los apóstrofo's correctamente.
* Procurar nunca los infinitivos separar demasiado.
* Relea siempre lo escrito, y vea si palabras.
* Con respecto a frases fragmentadas.

El tercero de Ángel Esteban

Ídolos rotos
Hace unos días me refería al problema de los menores depravados, con los que no sabemos qué hacer. Y estimaba que la única manera de arreglar el problema era mediante una sana y esmerada educación, donde padres y profesores tienen que recuperar el prestigio de antaño. Pero existe un peligro, demoledor, en la (de)formación de los niños: los falsos ídolos. Menos mal que el destino, la casualidad y el espíritu cervantino y machadiano nos coloca delante gente magnífica como Alberto Contador, Miguel Induráin, Rafa Nadal, Iker Casillas o Andrés Iniesta, que demuestran que todavía es posible un mundo mejor, pero deberíamos hacer mucho énfasis en lo que yace escondido detrás del oropel del éxito: el esfuerzo, la constancia, la honestidad, la sencillez, la simpatía, la generosidad de todos ellos. Los niños de hoy quieren ganar el Tour pero sin padecer el calor y el frío, simplemente presionando unas teclas de la Play Station. Y eso en el mejor de los casos. Porque la sociedad, muy a menudo, nos obliga a tomar como ídolos a seres deleznables en su condición moral
No entiendo, por ejemplo, todo el show mediático que ha habido en torno a Michael Jackson. Debo reconocer que tengo discos de él, que me parece un magnífico cantante, un insuperable bailarín y un compositor excelente. Pero también debo decir que es un atentado contra la dignidad humana los cientos de horas que se han dedicado a glosar sus perjúmenes. Por una razón muy sencilla: es nocivo no sólo para los niños, sino para toda la sociedad, sugerirlo como modelo de hombre, como víctima, como héroe, etc., cuando todos sabemos que era sospechoso de pederastia, y que su obsesión por dormir constantemente con niños, incluso pagando, era enfermiza, por no hablar de peores adicciones. Decía Platón que el arte y la literatura no deben ofrecer ejemplos negativos y perniciosos de la vida, ni siquiera para denunciar el horror, porque inducen al mal comportamiento. Al revés, la literatura y el arte deberían manifestar modelos de buena conducta, porque así el hombre puede imitarlos. Platón defiende que la belleza está estrechamente ligada a la bondad y a la virtud, y debe servirlas para conseguir la perfección de los individuos y la sociedad. Independientemente del acierto o no de Platón en esos juicios, lo que sí es verdad es que si los medios de comunicación nos machacan con figuras que en lo humano son más o menos esperpénticas (Pocholo, Falete), el común de los mortales tendemos a ver eso como lo “normal”, y nuestra percepción de lo viable se escora hacia patrones nefastos.

martes, 28 de julio de 2009

Apaños menores en paños menores 1

Otro de Ángel Esteban del Campo:

Apaños menores en paños menores

Uno de los temas candentes estos días es qué vamos a hacer con nuestros menores, que adquieren en ocasiones una “madurez” vertiginosa y peligrosísima para hacer el mal. Se habla sobre la conveniencia o no de rebajar la edad penal, la edad para ingresar en prisión o privar de libertad a un individuo, de sus consecuencias positivas (retirar a un violador de un posible campo de acción) y negativas (encerrar a un mocoso de trece años puede acabar con la integración del menor para toda la vida, que se presume larga), se habla de la naturaleza y finalidad de los castigos, etc.

Pero pocas veces se mete el dedo en la llaga. Eso significa preguntarse: ¿por qué un chico de once años es capaz de cometer esas barbaridades? Yo echo la vista atrás y veo que todos los desmanes que he cometido en mi vida, que han sido muchos, nunca fueron antes de la adolescencia tardía. No es un tópico típico decir que la educación hace treinta años era mucho mejor que la actual: los padres eran otros (aunque hubieran sido educados en el severo, represor y aburrido franquismo), los maestros y los planes de estudio eran otros (aunque hubieran sido emanados de leyes franquistas). Todo esto es políticamente incorrecto decirlo, y a estos dedos que han escrito cientos de páginas contra las dictaduras, puede ahora cualquier pelagatos decirle que son unos fascistas por defender la educación de los sesenta y setenta, pero es la verdad de la verdad. Cuando yo tenía doce o trece años, mi mayor perversión era hacer trampas en el fútbol o en el escondite, o rebanarle las colas a las lagartijas, y un profesor era un espacio sagrado, inviolable, y un padre era alguien digno de respeto, y una niña era una compañera de juegos.

Creo que la solución a esos problemas actuales está mucho más en el fondo: equivocados modelos de educación, equivocados modelos de sociedad, equivocados modelos de familia, falsos conceptos de libertad, falsos conceptos de trato a los hijos, a los que no se puede ni tocar, ni rozar, ni asustar, ni incomodar, vaya a ser que se traumaticen y, sobre todo, abrirle la puerta de la casa al enemigo, a través de la televisión e internet. Un niño no tiene criterio para saber qué está bien o mal, y una película, un juego o un comic con sexo o violencia van a dejar una huella en su mente cuyas consecuencias no podemos llegar a prevenir. A la tele y al ordenador hay que ponerle, hasta cierta edad, unos horarios y un acceso restringido, porque nos jugamos no sólo la estabilidad familiar, sino una reata de conflictos sociales de alcance planetario.

Salvar a Rayan

Como he estado unos días vagueando aprovecho hoy y mañana para colocar un par de artículos que mi amigo Ángel Esteban del Campo (Profesor de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Granada) ha colocado y espera colocar mañana en El ideal

"Salvar a Rayan

La noticia ha conmocionado a toda España. El recién nacido, sietemesino, hijo de la primera víctima mortal de la nueva gripe, acaba de morir, por un “terrorífico error” de una enfermera. Todos los periódicos recogen la noticia en su primera página, y los telediarios dedican al suceso más minutos que al resto de la actualidad, incluidos los obscenos millones del Madrid por unas cuantas piernas.
Y así es como debe ser. Una vida humana vale más que cualquier otra realidad, y una muerte trágica merece la atención, la solidaridad y todos los sentimientos positivos de acogida que el hombre sea capaz de generar. No hay gesto más desgarrador que el semblante cabizbajo de un expadre y exmarido, de veintipocos años, que hace unas semanas era el hombre más feliz del mundo, y ahora sólo balbucea que lo primero es enterrar a su hijo, y después ya hará lo que tenga que hacer con los abogados. Estoy seguro de que, si pudiéramos, cada uno de nosotros lo abrazaría y lo acompañaría, sabiendo que todo es poco para quien nunca recibirá el consuelo suficiente, por mucho que una ministra bienintencionada, honesta y trinitaria cumpla con la obligación institucional de darle un pésame sentido y sincero.

Lo que no me termina de cuadrar es el silencio hipócrita que hay alrededor de tantos Rayan que, en lugar de tener siete meses y una semana, tienen seis, cinco, cuatro o tres meses, y cuyas únicas diferencias con el Rayan original es no haber salido del vientre de la madre y también, quizá, unos cuantos centímetros -no muchos- de tamaño. Son Rayan que, por el hecho de no haber tenido que salir precipitadamente del seno materno, o no ser aún viables fuera de él, son opacamente desestimados, por la razón que sea, para la existencia, para la duración temporal. Y nadie dice nada, y las leyes de esos que dan el pésame institucional al Rayan original, amparan la masacre. A mí me gustaría que por cada aborto español, los telediarios dedicaran al menos los mismos minutos y los periódicos las mismas portadas que a Rayan, y nos dijeran el nombre de los apenados padres, nos contaran su historia, el pisito que se estaban comprando, la cara de vacío de la pobre abuela que ya no será abuela, al menos de momento, y ternuras del estilo. Si queremos de verdad salvar a Rayan, si queremos ser un Tom Hanks dirigiendo un grupo de hombres absolutamente entregados a la recuperación de Matt Damon bajo las órdenes de un genial Spielberg, tenemos que empezar por ser solidarios con todos los Rayan presietemesinos, aunque todavía no sean soldados."

martes, 21 de julio de 2009

Serafínes del Averno

Oficios inverosímiles: destructor de informes periciales
Serafín "El Bonito" no es un personaje de Valle-Inclán, tampoco es un espectro del pasado, sino que, como el personaje machadiano, don Serafín "no es de ayer, ni es de mañana, / sino de nunca; de la cepa hispana". "El Bonito" se ha reingresado en el Cuerpo Nacional de Policía después de una excedencia de pocos años. Brisas de perfumería y vaharadas de veguero de Vuelta Abajo todavía le preceden por los laberintos del Ministerio de la (Des)Gobernación, que ahora denoniman de "Interior". En el interior más interno del Interior, su magín incesante, imagina esperpénticas tramas y versiones para hacer tragar a los españolitos el insufrible dolor de unas bombas que se llevaron doscientas vidas.
Para que cuele, se necesita deformar los datos con matemática de espejo cóncavo. Por el momento, los jueces incorruptibles de Nüremberg, los Spencer Tracy de "Vencedores y vencidos", se han ido a pasear al callejón de Gato (Juan Álvarez Gato, junto a Sol) para ofrecernos el esperpento, esa deformación grotesca de juicio que fue el del 11-M (¡Vale ya!). Una versión oficial a la que le crecen los agujeros como si la estuviera perforando la tuneladora de Gallardón.
Ayer mismo, parece haberse enterado un señora Juez de que los TEDAX destruyeron pruebas y amañaron informes periciales en dependencias interiores, muy interiores, íntimas, de edificios del Ministerio de lo Interno. Serafín El Bonito- anillacos de oro agitando y rizos flamencos- aventa a los curiosos con mucha tranquilidad. Tiene la conciencia segura de que si algún presidiario, o candidato a serlo, no catalán pregunta "¿Qué dirá mañana la Prensa canalla?". Lza respuesta invriable será idéntica a la de Max Estrella: "Lo que le manden".
Y nosotros aquí, a masticar ortigas.

lunes, 20 de julio de 2009

Yo que he servido al Rey de Inglaterra

Oficios inverosímiles: sablista callejero

Mientras los vándalos que hemos criado en nuestro seno se dedican a horrorizarnos (veánse los últimas violaciones de menores, por menores, en las playas de la culta comunidad del sur), procuro disfrutar de los escasos días que me quedan de vacaciones. Hoy regreso al "libro de los gorriones" para contar a mis lectores (dos) otro de los oficios inverosímiles: El de sablista callejero. Para hacerlo le tomo prestado el título a Bohumil Hrabal que escribió una novela cuyo protagonista era un camarero y cuyo título es el que usufructo.
El sablista callejero existe.
Heredero de Pedro Luís Galvez (ese poeta canalla y modernista al que han intentado inmortalizar Valle-Inclán en "Luces de Bohemia"y Juan Manuel de Prada- "Las máscaras del héroe"-); nuestro sablista se parece a Tip. A diferencia de su antecesor, no se le conoce todavía ningún "Arte del sable", como se le atribuyó al encanallado bohemio de principios de siglo. Como Luís Sánchez Pollack, nuestro sablista tiene alta estatura, delgado talle, gafas de concha y bigotillo lacio. Como Luis Sánchez Pollack habla siempre en camelo y no dice palabra que se pueda tener por verdadera. Se le puede encontrar en la calle Ortega y Gasset o, como mucho, rastreando Serrano entre Padilla y Diego de León, a la caza de una víctima con cara de número primo. Trabaja tanto la acera de los pares como la de los impares, aunque esto depende, lógicamente, de la estación del año. Si va usted bien vestido y tiene cara de ingenuo- tal es mi caso- se le acercará y le saludará como si fuera usted un viejo conocido. A continuación, le espetará: "Yo le he servido a Usted" y le lanzará una milonga sobre un bistrot esquinero que daba a la Castellana. El siguiente paso es pedirle dinero a través de una historia lacrimógena.
Como la Providencia es justa, al menda, amén de cara de tonto le dotó de una memoria pasable. Gracias a ella lo he reconocido cinco veces en los últimos seis años y me he adelantado a su jugada con un: "Se confunde usted con otro". Ese "otro" con el que me confunde existe y no es "otro" que mi hermano José María, al que el sablista aguarda con ansia acumulada de dos lustros ...

martes, 14 de julio de 2009

Oficios inverosímiles: Acaparador de ayudas sociales

Entre las fatigosas- y a veces extenuantes- formas de vivir sin trabajar una de las más modernas es, sin duda, la de acumulador de ayudas de los servicios sociales. Voy a intentar describirla.

Como suele suceder en este tipo de oficios, se precisa una triple moral alternativa, una moral heterónoma en el sentido de que son diversas las normas a aplicar según se trate "del menda", de "los míos" y/o "del resto de la humanidad". Si usted es de los que piensa que las normas éticas deberían regir con igual validez para todos los seres humanos, debe renunciar ahora mismo al carnet de agiotista de lños fondos sociales. Si, por el contrario, cree usted que, como decía Sartre, "la conciencia es una nada"; y que a la nada no hay que hacerle caso; entonces tiene todas las condiciones para convertirse en devengador de múltiples subsidios por el procedimiento que explicaré a continuación; aunque, es preciso advertirle que se necesita paciencia, resolución y valor. Si posee esas cualidades, adelante:

1.- El primer paso es pertenecer o vincularse a alguna minoría considerada como marginada por la inteligentsia dominante. Si no pertenece usted a ese grupo social o étnico, puede crear uno con sus amigos, basta con hacer las cosas que han facilitado a algunos de esos grupos el acceso a la marginación. En general, suele ayudar lo siguiente:
a) Aislarse física y socialmente mediante la creación de un gueto.
b) Practicar rigurosa endogamia.
c) Comunicarse con una jerga de gueto y aljama.
d) Tener leyes distintas entre ustedes y el resto de los mortales.
e) Practicar actividades molestas o insalubres -mejor las últimas- para el vecindario y exigir el respeto a su libertad cuando intervengan los municipales.
f) Crear jeraquías internas y escalafones endógenos.

A todas estas cuestiones puede ayudar el darse a una religión siempre que no sea la cristiana , en un país de tradición cristiana. Es decir, en España, puede tener usted más éxito si funda la "Sociedad holística del Karma para la Tierra Pura", que si se hace baptista o cartujo.

2.- Es imprescindible una asociación. Pero no una ONG. El tiempo de las oenegés ha pasado, así que quítese de su cabeza el fundar la oenegé "Luis Candelas" de ayuda a la comunidad delincuente en el exterior de las cárceles o la oenegé "Pub Edén" para luchar contra el racismo y la xenofobia de los camioneros europeos en los bares de copas y otros locales nocturnos. Eso era posible cuando lo del "0'7% ya!", ahora no. Su asociación debe defender el derecho a modos alternativos de vida, familia y comunidad, especialmente cuando sean, como he dicho antes, chocantes, molestos o insalubres.

3.- Consiga ser pobre , empobrézcase despilfarrando, y, si a pesar de ello tiene la mala suerte de que le toca la bonoloto: parézcalo. Usted también puede parecer pobre si no se lava ni se cambia de ropa durante el tiempo suficiente (Long life to the rubish!). Una buen clip de denuncia en un telediario -bien mugriento, anthigiénico y sarnoso- a la hora de comer, le proporcionará una valiosa publicidad.

4.- Afíliese a un partido en poder y convénzales de que en su gueto pueden comprar votos.

5.- Entre en contacto con un gabinete de abogados sin clientes y convénzales para que gestionen ellos las ayudas que ustedes van a solicitar. Es difícil que se nieguen si ven posibilidad de llevarse un 2%.

Como ejemplos prácticos pongo algunas de las ayudas que usted puede solicitar y el método adecuado:

a) Ayudas a la escolarización: Si usted tiene un hijo y una hija, no importa de que matrimonio, puede hacer del primero un absentista escolar (su retoño estarás encantado) y con un poco de motivación puede conseguir que lo acepten en alguna banda juvenil peligrosa. A partir de ahí, tiene un pellizco fácil, facil.
Respecto a la hija... No voy a exponer las diversas esclavitudes que un sujeto sin escrúpulos -eso es de lilas- puede hallar para una chica, basta con que se justifique ante los servicios sociales alegando que "como somos pobres - y usted ha hecho todo lo posible para serlo- necesito del trabajo de la niña". Casi siempre pican.

2) Ayudas a la mujer maltratada: De común acuerdo, maltrate a su mujer, seguro que le dan algo, después, vuelva a maltratarla para que lo comparta con usted.

3) Ayuda a colectivos sexualmente discriminados: por ejemplo, los heterosexuales feísimos, hambrientos y sin pareja. Lo que antes se llamaba "un salido". Es posible que toque la emotividad del expendedor de ayudas de su ayuntamiento.

4) Ayudas al desempleo: funcionan durante un tiempo. Basta con perder el trabajo y esto, últimamente es más fácil en España que en ningún otro país de la UE.

5) Ayudas a la discapacidad: Eso es también bastante fácil para una persona de moral alternativa y triple porque conseguir un discapacitado (no lo va ha hacer todo uno mismo) en estas ciudades nuestras llenas de coches, macetas en los balcones, escaleras, huecos del ascensor o, simplemente, sábados por la noche; está chupado. Si no tiene valor para darle el empujoncito a su candidato a la minusvalía, siempre puede insultar a un portero de discoteca durante el tiempo necesario. Nunca falla.

6) Ayudas a la recuperación de la memoria histórica: Rebusque entre las víctimas de la represión franquista alguna con la que pueda guardar relación de parentesco, no importa si después se descubre que los que la victimaron no eran los franquistas, eso suele suceder tarde, cuando ya han aflojado la mosca, y siempre se tapa. Si no encuentra ninguna, invéntela, que tampoco se la van a reclamar.

Estos son sólo algunos escasos ejemplos espigados entre la Vía Láctea de las subvenciones posibles que genera la gran ubre pública (central, autónoma y municipal) en un país tan rico como España.

Quiero hacer constar, por si me lee algún chequista cultural o algún neofámulo de la Laica Inquisición, que el contenido y el tono de las presentes líneas es humorístico, y que mi itención no es criticar las ayudas sociales sino el roussonianismo y la falta de control en la concesión de las mismas. Lo menciono porque tengo muy averiguado lo mal dotados que suelen estar dichos comisarios en capacidad de ironía.

domingo, 12 de julio de 2009

Oficios inverosímiles: Redactor de anuncios por palabras

"Marta muerta, vendo Skoda Favorita"
El redactor de anuncios por palabras tiene un ego encogido y sincopado en el que el alma se repliega del vasto territorio del lenguaje, como en una retirada militar, para acabar hablando en parcos monosílabos. 
Los muy tramposos, comenzaron de alumnos redactando chuletas y, ya adultos, odian los microcuentos (por voluminosos); pues sólo leen con gusto esa biografías condensadas en formato de losa (DIN L569) que son los epitafios.
En el pasado, cuando el Barroco,  eran muy conceptistas, pero si se los psicoanaliza hoy día se descubre que el pensamiento se les ha vuelto gestalltiano y simbólico.
Si yo redactara anuncios por palabras únicamente conjugaría el verbo ser - y, siempre, en forma impersonal para parecer muy metafísico-. Lo digo porque sé de buena tinta que los diccionarios de los redactores de anuncios sin palabras sólo contienen siglas, vocablos comodín y vagos hiperónimos. A pesar de lo cual, lamentan no conocer el chino para poder escribir con menos rasgos.
Emboscados, fomentan la jerga eseemese y se comenta que se han quejado a la R.A.E. porque no se les acepta el uso taquigráfico ni el morse. En justo castigo, al final de los tiempos, cuando las trompetas apocalípticas les convoquen en el Juicio Final, lo harán con una única nota, y será semifusa.

sábado, 11 de julio de 2009

Sobre Carlos Morales y su poesía

Estos días he coincidido con el poeta tinerfeño Carlos Morales. Para celebrar las conversaciones que hemos tenido publico este poema suyo.

A propósito de Rubén Darío

Toda poesía es testimonio
de que el mundo no encaja en nuestra mente
y todavía menos en nuestra alma entera,
como no encaja nunca el mar contra la roca
y seguirá insistiendo más allá del cansancio
por rellenar el hueco del deseo,
por cumplir plenamente la ley que le dio vida.
Hoy termino un artículo sobre Rubén Darío,
uno más entre miles, tratando de explicar
definitivamente la clave del problema
persistente en su obra, en sus palabras,
en la música interna de su verso,
tan clara, tan perfecta y armoniosa
que parece imposible que el problema,
la clave del problema, durase tantos días,
tantos años, tantos versos perfectos,
tanos estudios críticos tratando de aclararlo,
tanto artículo inútil como el mío,
que ecplica ese problema y aún no sabe
cómo es que sufro tanto, cómo es que no proclamo
la clave del enigma de la vida,
para vivir en paz y después gloria,
que debe ser más bello, no lo dudo,
que escribir y escribir desde esta vida.
Toda poesía, en fin, es testimonio
de que el mundo no encaja en nuestra mente
y cuando encaje bien (yo no soy pesiista,
pese a todo), yo me jubilaré
con ese júbilo "donde ya no habrña llanto
ni gemido",pues ya sólo harán falta
esos libros científicos en los que enaja todo,
hasta las excepciones,
que no harán más que confirmar la regla.

Otro poema del autor que brindo a los escasos lectores de este blog misceláneo es el que el autor titula

POSIBILIDADES

A Eduardo Briales García

Esé bebé que mira el horizonte
y extiende impunemente su sonrisa
no puede eqivocarse.
No hay error en su vida ni en sus gestos,
no hay engaño en sus ojos:
aún no ha tenido tiempo
de robarle a este mundo su hermosura
y haberla malgastado
(Aún puede se nunca se la robe,
que contradiga nuestas experiencias
de todo lo que un hombre es y puede...)

Siese bebé que sabe todo lo necesario
para poder reír ante los vientos
de la tarde más fria del otoño;
si ese bebé que mira y juzga al mundo
con su sonrisa abierta, indiscutible,
me mirara un instante y sonriera....
aún sería posible que en mi vida
acontezca un milagro...

viernes, 10 de julio de 2009

Apología del sicófago

In honorem Buzzattiis

Ahora buscarán a un culpable, pero hace tiempo que necesitaba una reparación. La habían solicitado al Ministerio y a la Comunidad autónoma, a la Unión europea y a la UNESCO; pero nada: siempre hallaban otros proyectos más urgentes. El Ayuntamiento nunca tenía fondos suficientes. Eso es lo que dirán porque llevan mucho tiempo diciéndolo; pero el mal venía de lejos. Nadie podría fijar con precisión cuándo comenzó, únicamente el momento en que se produjo un desenlace que ya es inevitable ¿Quién lo habría podido imaginar?
El edificio había sido colegio de los jesuitas hasta la expulsión del a Compañía. Después se instituyó una Real Fábrica de Talla y Pulimentado de Piedras Duras, semejante a las que su majestad Carlos III había disfrutado en Capodimonte. Durante La Francesada albergó sucesivamente a los coraceros del general Hugo y a las partidas de El Empecinado y entrambos lo dejaron muy maltrecho. Veinte años después volvieron las bayonetas (carlistas e isabelinas) a esgrafiar sus injuras sobre los enyesados hasta que por los años de Narváez lo adquirió en un remate don Basiliso del Edén para almacenar leña y carbón vegetal: tan mal había quedado que apenas las paredes, los suelos y techumbre constituían su escasa utilidad.
Cuando murió el señor del Edén lo heredaron - para olvidarlo- los Gayanes, y desde entonces lo ocuparon pastores, gitanos y, más recientemente, emigrantes que periódicamente eran desalojados del recinto por un ayuntamiento temeroso, más que nada, de salir de responsable civil subsidiario en un juicio por accidente dentro del caserón.
Tan sólo buscaba una buena instantánea. Nada más. Había salido a pasear con Berta que, con la cara pegada al suelo, persiguiendo los vientos de una liebre maldita me llevó por ahí.
Al descubrir la higuera creciendo en mitad del muro tres veces centenario pensé: “¡Qué buena foto desde esa rama!”
Trepé por los desconchones y las llagas de los ladrillos de un contrafuerte hasta encaramarme en la cúspide. Desde allí, tras no pocas contorsiones, conseguí encaramarme a ahorcajadas sobre el tronco principal. Los higos estaban morados y parecían maduros, las gotas de resina azucarada perlaban la envoltura como granos de cuarzo en un óvalo de granito…
Arranqué la breva y too empezó a temblar. Las ramas se agitaban espasmódicas, las hojas se azoraron y me golpearon la cara durante un descenso tan apresurado como el volumen de mi temor.
En un punto perdí pie y descendí derecho raspándome el cuerpo entero contra la superficie del paredón. Una lluvia de brevas me acompañó hasta el suelo.
Jaleado por los ladridos de Berta, salí escopeteado por un lateral y un crujido inconfundible a la espalda me hizo saber que se estaba agrietando el murallón. “¡Dios mío, un agujero desenfilado, pronto, porque no voy a poder refugiarme en los taludes de la carretera!”
Con la cabeza protegida por los antebrazos vi la gran polvareda que levantó el paredón meridional en su desplome. De la nube ocre volaban hacia abajo tejas y sillarejo; fragmentos de ladrillo argamasado rodaban por la pendiente; piedra de relleno y piedras esquineras de jambas y dinteles, toda la mazonería del antiguo edificio se deslizaba por el canchal y alcanzó los vehículos aparcados en los arcenes de la carretera comarcal.
Se suspendió la corrida y una estampida de vecinos voló a sus casas para comprobar que una viga se había incrustado en un balcón o que unas tejas se habían estrellado como huevos sobre los suelos del comedor. La estatua de la fuente de arriba yacía mutilada y los automóviles reposaban en la paz de siniestro total. Una mano demente había sembrado vigas y fragmentos de albañilería en posiciones inverosímiles. La erupción del viejo caserón, como un Vesubio sin lava, había trazado su colada destructiva por el pueblo y gentes asombradas con mirada de insomne o de difunto observaban la ruina.
Permanecí escondido hasta que oscureció; después, subí a mi coche y tome el camino que evitaría a los bomberos y a Protección Civil. Desde entonces me oculto en casa. He pegado en la puerta un folio que informa a los vecinos de mis vacaciones durante todo el mes. Cuando se terminen los víveres, saldré- a las cuatro de la madrugada- a comprarlos en alguna gasolinera de servicio. Cada vez que llama el cartero espío por la mirilla para ver si trae la carta certificada que contendrá la citación judicial. A Berta la abandoné esa noche. Temo la ira popular. He pedido la excedencia en el cuerpo de Restauradores y Conservadores del Patrimonio y, lo peor de todo, han dejado de gustarme los higos.

sábado, 4 de julio de 2009

Sabater: Educarlos para que me voten

Recientemente he asistido a una conferencia de Fernando Sabater sobre educación.
Comenzó con una brillante frase de John Kennet Galbraight cuando afirmaba que "las democracias están siempre amenazadas por el voto de los ignorantes". Brillante expresión que no puedo sino compartir y de ahí que me haya sorprendido tener que lamentar algunas excogitaciones del señor Sabater, que a continuación expondré. Una vez más se cumplió aquello de que los filósofos, en las conferencias, se dedican a decir obviedades, erso sí, con gran dramatismo, para que la gente piense que se les acaban de ocurrir. En el caso del Profesor Sabater, hubo afirmaciones que pasaron de la obviedad a la reconocible falacia, eso sí, con un ensayado tono de tolerancia.

El amigo de Rosa Díez afirmó, por ejemplo, que el Vaticano era más inaceptable como estado que la misma Arabia Saudí, pues está en Europa; y alegó que la Santa Sede se había negado a firmar un manifiesto contra la tortura y la pena de muerte. Yo, por no darle más cuerda, me limité a decirle que el Vaticano es un estado que no es como los demás estados, sino una forma de autoorganización de una institución internacional, cuya pertenencia es voluntaria, y que ha adoptado esa forma por vicisitudes históricas. La defensa era mala, pero estaba deseando pasar a otra cuestión. Como siempre, las respuestas se te ocurren después, cuando se serena la taquicardia que te ha producido oír ciertas cosas. En el ámbito de las comparaciones, recordé que un amigo mío estuvo a punto de ser encarcelado en el aeropuerto de Ryad por haber comprado una botella de vino tinto en la escala anterior en Zürich. Consiguió salvarse gracias a la intervención del príncipe que lo había contratado quien, a continuación, le retiró el pasaporte y lo convirtió en un rehén durante todo el tiempo que estuvo trabajando para él.

Teniendo en cuenta que mi experiencia en cuanto a entrar en el Vaticano no ha pasado de los museos, he percibido, sin embargo, que hay más problemas para entrar territorio pontificio que para salir, es más, casi todos los que tienen pasaporte vaticano comen y duermen fuera de él. Después, me he preguntado si conocía alguna denuncia por tortura contra la Guardia Suiza, y como no conseguí acordarme de ninguna, hice lo mismo con las penas de muerte aplicadas en el Vaticano desde su creación o desde la desmembración del estado anterior en 1871. Muy mal debo andar de memoria porque no conseguí dar con ninguna otra. Cabría la posibilidad de que la Iglesia Católica estuviera a favor de ambas cosas: la tortura y la pena de muerte formaran parte de las prácticas aprobadas por la Iglesia. Como esta institución tiene un ideario al alcance de cualquiera, se llama Catecismo, consulté lo que se dice en él sobre ambas cuestiones (parte dedicada al quinto mandamiento).
Para mi sorpresa, después de oír a Fernando Sabater, resulta que la tortura está condenada, siempre y en todos los casos. En cuanto a la pena de muerte se dice que aunque la doctrina tradicional no la excluye si este fuere "el único camino posible" para defender las vidas humanas del agresor (situándola en unas exigencias previas que la acercan -sólo en esas circunstancias- al caso de la legítima defensa) sin embargo, continua el catecismo glosando la doctrina tradicional: "dados los medios de los estado modernos" esas situaciones "suceden ... muy raras veces... si (conjunción condicional) es que ya (adverbio de tiempo, equivalente a hoy), en realidad, se dan (hipótesis remota) algunos casos"
Ponía Sabater como ejemplo de ciudadano democrático a aquel que está dispuesto a persuadir y a ser persuadido. Yo me conformaría con que el señor Sabater se informara y estuviera informado antes de enunciar perlas como la comentada. porque, estamos de acuerdo, los ignorantes son un peligro para las democracias.

Entre otras muchas cosas, el filósofo de la izquierda prostática (por la edad de sus seguidores), rebatió a aquellos que dicen que los valores cívicos deben de transmitirlos los padres. Lo hizo con el argumento de que "quien tiene por padre a Thomas Jefferson tal vez salga muy formado; pero que en otros casos..." He de reconocer que tiene algo de razón, por aquello de que conozco padres y madres a los que habría que retirarles la patria potestad para poder educar al hijo, pero esa comparación nos adentra en el terreno de la lotería natural que uno recibe al nacer; y se puede aplicar a otros muchos terrenos: ¿porqué tengo que conformarme con este profesor, o este instituto de barrio, o esta clase? o - desde la óptica del docente- "Si te toca un buen curso, puedes trabajar, pero si te toca ...." En todas estas cuestiones, actúa el azar sobre la vida, y tanto la una como el otro, son injustos. Pero la solución no pasa por autoerigirse en el monopolio de la corrección de injusticias y determinar -por partitocracias coyunturales en un régimen de disciplina de voto- quién es el único que puede educar a la ciudadanía, en imponer la visión del poder político; sino en aumentar los cauces de información y variar la fuente de los mismos. Pues la educación cívica, como la religión, no pueden imponerse desde arriba; sino reflejar también, en la medida en que no sean aberrantes, los valores que aceptan los ciudadanos (y esto incluye también a los padres).

Desgraciadamente, la experiencia nos enseña que hasta de un hijo de Jefferson puede salir un activo miembro del KuKlux Klan- cosa que ignoro si sucedió-; del mismo modo que la hija del escritor ácrata Ramón J. Sender puede profesar de monja, como de hecho profesó. Hay, lo sabemos por Freud -tipo del que desconfío pero que no puede estar en la mentira absoluta porque esto es imposible-, hay, decía, en algunos adolescentes una necesidad de "matar -psicológicamente, se sobreentiende- al padre" para ser ellos mismos. Y contra esto no se puede luchar durante ese periodo de psicopatología funcional transitoria que llamamos adolescencia; arrancar ese instinto o necesidad supondría violar algo tan irrenunciable como la libertad personal. En resumen, sea uno hijo de Lincoln o de majarajá de Kapurtala, no es automático que pase a la posteridad ni como el hijo de la gran ... tanto ni como la reencarnación de Mahatma Gandi, aunque reconozco que en un sentido lo tiene más difícil que su contrario.

Pero no se quedó ahí el señor Sabater y nos dijo, para defender la Educación para la Ciudadanía, que la mala educación es muy cara, porque después esas personas mal educadas (es decir las que no se han dejado persuadir, como usted, señor Sabater, y como yo) votan. Ahí lo sí que lo vi meridianamente claro: "Hay que defender la educación para la ciudadanía para que voten lo que quiere usted". Eso es lo verdaderamente importante de la cuestión; eso es precisamente por lo que hay que estar en contra de ella.

domingo, 28 de junio de 2009

Hispano- Suiza

El Ayuntamiento de Guadalajara acaba de comprar un Hispano- Suiza para conservar la memoria de la factoría que se ubicó a principios de siglo en esa ciudad.
¿Sabían ustedes que la Hispano-Suiza fabricó 60.000 motores para los aliados entre 1914 y 1918? Yo, hasta ayer, no. El éxito comercial de la marca se basaba en la fiabilidad de los mismos cuando eran montados sobre un aeroplano. En el aire, el prestigio de los motores Hispano-Suiza era superior a la de los ,ya entonces míticos, Rolls-Royce. Los ases de la aviación gala exigían motores de esa marca española y al calor de las hélices vino la venta de camiones, camionetas y automóviles pues, como pueden ustedes imaginar, no tuvieron 60.000 aviones los aliados en ningún momento de la guerra.
La fabrica de Guadalajara funcionó desde 1917 hasta 1936, en esas fechas, por la cercanía del frente y para evitar que cayera en las manos de los nacionales, se trasladó a Alicante para nunca volver. Hoy los barracones de la H-S son una ruina de la que periódicamente hay que expulsar a los habitantes de los aduares gitanos que la colonizan de tanto en tanto. Nadie o casi nadie recuerda que en sus barracones se fabricaron los elegantes Hispano-Breguet y el autóctono Hispano-Barrón que nutrieron las escuadrillas de Primo de Rivera y de la República hasta la llegada de los cazas rusos, italianos y alemanes en nuestra guerra civil.
También se fabricaron camiones y un modelo de camioneta muy adecuado para las fuerzas armadas que llevo el nombre de "Guadalajara" y que puso a prueba sus sistemas de supensión en los caminos de herradura del Rif.
El motivo de la instalación de la fábrica en la ciudad alcarreña no era otro que la cercanía del Regimiento de Aerostación (o "de globos", como le llamaban los paisanos) y la siempre añorada Academia de Ingenieros que nutría de cerebritos las escuadrillas del servicio, todavía no "Ejército", del aire. Nunca han vuelto unas fuerzas armadas a tener tanta "ciencia: matemática, geodesia, eletrotecnia, castramentación, mecánica, etc." aferrada a las palancas de un aeroplano. Uno de esos oficiales del Arma de Ingenieros, José Ortíz de Echagüe, montó el primer servicio de reparación de aeroplanos en Marruecos, la empresa C.A.S.A. durante la Guerra Civil, y SEAT, al comenzar la posguerra; por si fuera poco, era un fotógrafo de primera cuyos trabajos pueden admirarse en la colección que uno de sus hijos legó a la Universidad de Navarra.
José Ortíz de Echagüe era de los que fabricaban personalmente el papel fotográfico y las emulsiones de revelado. Artísticamente estaba muy influido por su hermano- el pintor impresionista que murió en Argentina- y sus trabajos (los del ingeniero) recuerdan los cuadros Soroya, de Regoyos, de Zuloaga y de tantos pintores de principios de siglo que se acercaron a las tradiciones de la España profunda con interés y veneración.
Volviendo al comienzo, la Hispano-Suiza se disolvió al terminar la Guerra Civil, parte de sus talleres y materiales pasaron- creo a ENASA-Pegaso, parte a Hispano Aviación, parte a CASA y el resto (papeles, nombre, álbum fotografico) lo posee una empresa catalana denominada "Perelada" que gestiona campos de golf, eventos festivos y culturales y negocios afines.
Creo que la marca se merece una buena investigación y sería un placer emprenderla.

miércoles, 24 de junio de 2009

Caligrafía

El instituto en el que trabajo ha tenido la humorada de convocar un congreso de institutos históricos, entendiendo por tales los que fundaron las diputaciones provinciales en el lejano siglo XIX. Eran tiempos en los que el presidente de la diputación era el "Jefe Político Provincial", es decir el Delegado del Gobierno actual; y no un cargo elegido por los diputadetes comarcales. Que tu propio centro convoque un evento así te compromete y te joroba, te compromete porque ¿cómo vas a negarte a preparar una comunicación o una ponencia si te lo pide un compañero con el que te tomas cañas todas las semanas? Te joroba porque no sabes de qué hablar.
En este tipo de congresos los participantes sacan pecho y presumen de que en su centro estudió Gregorio Marañón o Santiago Ramón y Cajal; y como en el Brianda de Mendoza no han estudiado Lope de Vega ni Severo Ochoa (como mucho, estuvo matriculado Clarín, aunque no aparece en las actas de junio), y en el terreno de alcarreños ilustres de la era liberal lo más que llegamos es a un biólogo volakupista, he tenido que ingeniármelas para dar con Eufrasio Alcázar Anguita, quien me ha proporcionado suficiente materia como para hacer una comunicación de diez minutos y luego dedicarme a comer (que es a lo que se va a este tipo de congresos "pedagógicos").
El buen Eufrasio Alcázar era un jienense licenciado en Filosofía y Letras que, fuera de toda lógica, cambió un destino docente en sitio tan agradable como la tacita argéntea, por el áspero poblachón de Arriaca (Guadalajara) en 1928 para ocupar la plaza de profesor de Ayudante de la sección de Letras. Don Eufrasio era profesor excedente de Caligrafía, asignatura a la que los estudiantes del pasado dedicaban muchas horas y que tenía un importante reflejo en la vida comercial.
Actualmente, sólo practican la caligrafía artística los estudiantes de diseño, los raritos y alguna gente deprimida a la que los psiquiatras se la recomiendan por tratarse de una actividad que exige concentración, sosiego y que proporciona pequeñas alegrías siempre estimulantes. Es decir, un camino hacia el zen a través de la caligrafía.
Aquello de Machado "despacito y buena letra / que el hacer las cosas bien / importa más que el hacerlas", ha pasado a la historia como una abstrusa sentencia poco menos que incomprensible para los alumnos de hoy. Como docente, añoro la cuidada letra de las alumnas de no hace muchos años, ya que las tiorras del 2009 (la palabra es de Unamuno) escriben como carboneros achispados. Mi propia grafía, que nunca ha sido muy buena, degenera diariamente por el tecleteo y ratoneo del ordenador y dentro de poco acabaré firmando los cheques con un aspa. Pero me estoy desviando del propósito inicial que no era otro que presentar a E. Alcázar Anguita.
Además de crear unas plantillas para hacer letra gótica, inglesa, bastardilla (o redonda) y diversas modalidades de iniciales ornamentales; este hombre tradujo novelas del francés, escribió romances para la representación teatral ("Evocación de Lope"), una novela local ("Amor en el Infantado") y diversos tratados de peritación caligráfica que fueron utilizados por los peritos calígrafos de las policías judiciales iberoamericanas, así como por quienes trabajaban para los juzgados españoles.
El profesor Alcázar residió en Guadalajara hasta julio de 1936. En esa fecha, la cocinera de la familia, que tenía un novio de la UGT, le avisó de que, por ser persona de misa y orden, estaba en la lista negra de las detenciones que se iban a practicar esa semana. Tras tan instructiva conversación, la familia en pleno tomó "el tren corto de Guadalajara" y se bajó en Atocha para buscar escondite. Nunca regresó a esta ciudad en la que imprimió la mayoría de sus obras.
(Seguiré)

viernes, 19 de junio de 2009

De islas, tesoros y novelista: reflexiones sobre una lectura.

Acabo de leer el libro de Alex Capus la otra isla, cuyo título original es "Reissen mit Licht der Sterne" y lo publica la editorial Lumen
Capus es un narrador francés, en concreto, normando, afincado en Suiza que escribe en alemán y que ha publicado, con éste, por lo menos siete libros.
La otra isla es ensayo biográfico sobre la estancia de Robert Louis Stevenson en Samoa.
Tiene por objeto intrigar a lector con la posibilidad de que los Stevenson hubieran encontrado el tesoro de la catedral de Lima, robado en 1820 por el capitán Thomson y llevado, según la unánime confesión de la tripulación al ser sometida a tormento por las autoridades virreinales, a la isla del Coco. Desde entonces, varias decenas de expediciones (podrían acercarse a un centenar) han intentado rescatar las joyas y el oro macizo (una Virgen con Niño de tamaño natural) que se ocultaría en esa isla costarricense del Pacífico, sin que los denodados esfuerzos y medios empleados (detectores de metales, buldozers, dinamita, “mapas auténticos”, etc.) hayan podido rescatar un gramo de oro o tan solo una piedra preciosa.
El título español responde mejor al contenido del libro que la poética -y ambígua- frase del original, pues el punto fuerte de Capus no es "el viaje a la luz de las estrellas"; sino una sugestiva hipótesis, la de que la isla del Coco que ocultó y oculta el tesoro no fuera la costarricense, sino Tafahí, a doscientas sesenta millas al norte de Samoa y a un par de millas más de la casa que se construyó Stevenson entre los samoanos.
Entrando en materia, lo mejor de la argumentación reside en que esa isla del Reino de Tonga fue bautizado como "Cocos Eylandt" por el nerlandés Jacob LeMaire, que la descubrió en 1616. Además, con tal nombre figuró en los cartuarios holandeses y británicos de los siglos XVII y XVIII. Como la navegación desde las costas de Perú puede hacerse fácilmente si se deja uno llevar por las corrientes marinas y por los vientos alisios- como demostraron Thor Heyerdahl y su Kon-Tiki- no es imposible que Thomson, o el pirata español Benito Bonito, hubieran elegido ese lugar para esconder unos tesoros que no podían pasar inadvertidos a ninguna de las autoridades portuarias del continente americano. Ya lo habían hecho, como menciona Capus, los filibusteros del "Port au Prince" en 1806, con muy mala fortuna, por cierto, pues fueron degollados por los isleños al día siguiente de su llegada y legaron el oro y el navío a unos polinesios que minusvaloraban el primero y que quemaron el segundo para extraer las piezas de metal y fundirlas con objeto de transformarlas en hachas, cuchillos y puntas de lanza. El cambio de nombre que supuso adoptar el nativo, "Tafahí", en lugar del nerlandés "Cocos Eylandt" se produjo a principios del siglo XIX, la coincidencia de nombres y de cambios, así como la cercanía o distancia de la costa americana hicieron que las autoridades españolas no imaginaran que la "isla del Coco" pudiera ser otra distinta de la que se yergue al norte de las Galápagos. Llegados a este punto hay que aclarar que Thomson y su lugarteniente Keating -únicos miembros de la tripulación que no se habían bamboleado en las sogas de los patíbulos peruanos- echaron a correr hacia la jungla en un descuido de los soldados españoles que les habían conducido hasta la actual "Isla del Coco", y no fue posible encontrarlos dada la frondosidad de la vegetación; aunque los rescató, un par de años después, una ballenera de Vancouver que estaba haciendo la aguada y que se los tomó por naúfragos.
Hasta aquí lo util: la historia del descubrimiento, del robo del tesoro catedralicio y lo que tiene de biografía de Stevenson. El resto del volumen naufraga entre hipótesis que aprovechan los "lugares de indeterminación" que no han conseguido elucidar los demás biógrafos del novelista escocés. Con arte de componedor de rompecabezas, el autor francés formula sugestivas ideas que se quedan en meras conjeturas, sin el menor grado de demostración, aunque con hábil capacidad de persuasión. Pertenece, pues, al mundo del ensayo y de la ficción-historicista: sugerencia, encaje de datos espigados y dispuestos con habilidad; y el típico discurso del que pretende demostrar que Cristobal Colón nació en Leganés. A pesar de tales defectos, se lee con el agrado de una buena novela de aventuras.