Oficios inverosímiles: sablista callejero
Mientras los vándalos que hemos criado en nuestro seno se dedican a horrorizarnos (veánse los últimas violaciones de menores, por menores, en las playas de la culta comunidad del sur), procuro disfrutar de los escasos días que me quedan de vacaciones. Hoy regreso al "libro de los gorriones" para contar a mis lectores (dos) otro de los oficios inverosímiles: El de sablista callejero. Para hacerlo le tomo prestado el título a Bohumil Hrabal que escribió una novela cuyo protagonista era un camarero y cuyo título es el que usufructo.
El sablista callejero existe.
Heredero de Pedro Luís Galvez (ese poeta canalla y modernista al que han intentado inmortalizar Valle-Inclán en "Luces de Bohemia"y Juan Manuel de Prada- "Las máscaras del héroe"-); nuestro sablista se parece a Tip. A diferencia de su antecesor, no se le conoce todavía ningún "Arte del sable", como se le atribuyó al encanallado bohemio de principios de siglo. Como Luís Sánchez Pollack, nuestro sablista tiene alta estatura, delgado talle, gafas de concha y bigotillo lacio. Como Luis Sánchez Pollack habla siempre en camelo y no dice palabra que se pueda tener por verdadera. Se le puede encontrar en la calle Ortega y Gasset o, como mucho, rastreando Serrano entre Padilla y Diego de León, a la caza de una víctima con cara de número primo. Trabaja tanto la acera de los pares como la de los impares, aunque esto depende, lógicamente, de la estación del año. Si va usted bien vestido y tiene cara de ingenuo- tal es mi caso- se le acercará y le saludará como si fuera usted un viejo conocido. A continuación, le espetará: "Yo le he servido a Usted" y le lanzará una milonga sobre un bistrot esquinero que daba a la Castellana. El siguiente paso es pedirle dinero a través de una historia lacrimógena.
Como la Providencia es justa, al menda, amén de cara de tonto le dotó de una memoria pasable. Gracias a ella lo he reconocido cinco veces en los últimos seis años y me he adelantado a su jugada con un: "Se confunde usted con otro". Ese "otro" con el que me confunde existe y no es "otro" que mi hermano José María, al que el sablista aguarda con ansia acumulada de dos lustros ...
Este es un personaje eterno. Hubo muchos años años, cuando yo viajaba a Madrid, que casi siemore me encontraba con este tipo en plena Gran Via. Se presentaba como un gran amigo de toda la vida, tenías que terminar enviándole a hacer puñetas. Pero no era el único. En una ocasión me hizo lo mismo una mujar que parecía escapada de algún sainete de Arniches. De todo ha habido en la viña del Señor.
ResponderEliminar