sábado, 11 de julio de 2009

Sobre Carlos Morales y su poesía

Estos días he coincidido con el poeta tinerfeño Carlos Morales. Para celebrar las conversaciones que hemos tenido publico este poema suyo.

A propósito de Rubén Darío

Toda poesía es testimonio
de que el mundo no encaja en nuestra mente
y todavía menos en nuestra alma entera,
como no encaja nunca el mar contra la roca
y seguirá insistiendo más allá del cansancio
por rellenar el hueco del deseo,
por cumplir plenamente la ley que le dio vida.
Hoy termino un artículo sobre Rubén Darío,
uno más entre miles, tratando de explicar
definitivamente la clave del problema
persistente en su obra, en sus palabras,
en la música interna de su verso,
tan clara, tan perfecta y armoniosa
que parece imposible que el problema,
la clave del problema, durase tantos días,
tantos años, tantos versos perfectos,
tanos estudios críticos tratando de aclararlo,
tanto artículo inútil como el mío,
que ecplica ese problema y aún no sabe
cómo es que sufro tanto, cómo es que no proclamo
la clave del enigma de la vida,
para vivir en paz y después gloria,
que debe ser más bello, no lo dudo,
que escribir y escribir desde esta vida.
Toda poesía, en fin, es testimonio
de que el mundo no encaja en nuestra mente
y cuando encaje bien (yo no soy pesiista,
pese a todo), yo me jubilaré
con ese júbilo "donde ya no habrña llanto
ni gemido",pues ya sólo harán falta
esos libros científicos en los que enaja todo,
hasta las excepciones,
que no harán más que confirmar la regla.

Otro poema del autor que brindo a los escasos lectores de este blog misceláneo es el que el autor titula

POSIBILIDADES

A Eduardo Briales García

Esé bebé que mira el horizonte
y extiende impunemente su sonrisa
no puede eqivocarse.
No hay error en su vida ni en sus gestos,
no hay engaño en sus ojos:
aún no ha tenido tiempo
de robarle a este mundo su hermosura
y haberla malgastado
(Aún puede se nunca se la robe,
que contradiga nuestas experiencias
de todo lo que un hombre es y puede...)

Siese bebé que sabe todo lo necesario
para poder reír ante los vientos
de la tarde más fria del otoño;
si ese bebé que mira y juzga al mundo
con su sonrisa abierta, indiscutible,
me mirara un instante y sonriera....
aún sería posible que en mi vida
acontezca un milagro...

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