martes, 20 de octubre de 2009

Los días contados de Miklós Bánffy

Libros del Asteroide acaba de publicar la primera parte de la "Trilogía transilvana" del diplomático y escritor (y decorador y músico, y diseñador y coreógrafo) Miklós Bánffy (1873-1950). El libro en cuestión se ha traducido como Los días contados, pues la trilogía alude a la visión del profeta Daniel en la cena del rey Baltasar en la que una mano escribe en la pared del palacio "está contado" (Mané) "(está falto de)peso" (Tekel) y "será dividido" (Farés), que en la extensa novela de Bánffy permite ser aplicado no al imperio Neobábilónico de Nabucco y Baltassar, sino al Austro-húngaro de Francisco José.
Afirmaron en su día dos testigos poco sospechosos, una criada y el cura del pueblo de Bonchida, que existió un sexto cuaderno manuscrito que contendría un útimo volumen de la tetralogía; pero nadie lo ha vuelto a ver desde 1945 y lo más probable es que haya ardido en esas fechas a manos de los soldados soviéticos en el apartamento del conde en Kolószvar (hoy Cluj Napoca) o de los alemanes en Bonchida (predio transilvano de la familia), cuando quemaron el castillo centenario de los Bánffy en represalia por las velidades aliadófilas del diplomático (fue comisionado por el gobierno húngaro para negociar con los rumanos un cambio de bando en 1943 tras las cuantiosas pérdidas de los ejércitos magiares -el "Hovend"- en el frente de Rusia).
Bánffy lleva en su apellido la palabara Ban que en rumano signfica "dinero" y en magiar deber ser algo así como "señor feudal". Con esa palabra se ha formado el nombre de una región geografica, el Banato, que viene a traducirse como el señorío; lo mismo que las cercanas Voivodina y Herzegovina pueden traducirse como "El ducado" en alemán y en alguna lengua eslava.
Los Bánffy instalaron su torre en Transilvania (Erdélyi) en el siglo catorce y después, pasado el peligro otomano, la transformaron en castillo y palacio. Rodeada de montañas y bosques, feraz en caza y en pesca, proporcionaba a su dueño dinero suficiente como para poder dedicarse a la política. Fue diputado al parlamento de Budapest durante los años 195 a 1919, más tarde, fue intendente de los teatros nacionales y allí conoció a su mujer, una antigua cantante de ópera. Como intendente de teatros le decoró a Belá Bartok su ópera El castillo de Barba azul, y más tarde, tuvo que organizar la coronación como Rey de Hungría del Beato Carlos de Habsburgo (actuación esta última en la que fue muy criticado por introducir en la ceremonia una delegacion de mutilados de guerra que saludara al nuevo sucesor de István Królyi).
Mihaly Karolyi, el que proclama la independencia de Hungría en 1918, era primo de nuestro autor y lo comisionó para diversas misiones diplomáticas después de 1920 cuando las bayonetas rumanas, checas y del reconstruido ejército nacional húngaro expulsan la breve y sangrienta "República de los Consejos" de Bela Kun. La diplomacia es su oficio, romper el aislamiento del joven reino sin rey es una tarea importante, pero al conde le atrae su tierra natal, consigue el permiso para regresar a su casa, ahora Reino de Rumanía, y se le concede a condición de no participar en política durante diez años. Durante el periodo de entre guerras escribió esta trilogía y cultivó el Transilvanismo.
¿En qué consiste el Transilvanismo? En el esfuerzo de los magiares que ahora se han convertido en ciudadanos rumanos por conservar su cultura, su lengua y sus costumbres. Como escritores, se agruparon en la asociación Helikón, y como editores en otra semejante. Como poetas rescataron la balada popular de los Székely, ese pueblo montaraz, húngaro parlante, que dice descender de las tribus que Choba, hijo de Attila, dejó en Panonia. Extremo y cuestión que nadie ha explicado satisfactoriamente, aunque parece apoyarlo el hecho de que los Szekely llamen a la Vía Láctea "El camino de las huestes", indicando que fueron las señales que guiaron la llegada y el regreso de los jinetes hunos.
Literariamente, el personaje transilvano húgnaro por excelencia no es el conde Drácula (eso será entre los rumanos) sino el hombre montaraz astuto y vitalista que ejerce el ingenio para sobrevivir en condiciones muy duras.
Quienes mejor han retratado a los szekely son Aron Tamasi (Abel en la selva, Abel en la ciudad, Abel en América) y Josef Nyéri en El Uz, novela de las sierras de Transilvania, que se editó en Madrid en los años cuarenta, por estar su autor huído del territorio natal tras la II GM.
El transilvanismo de Báffy es más aristocrático que el de los dos anteriores, más ceñido a su clase social, a sus primos y parientes, todos ellos terratenientes , condes (¿qué húngaro con cierto nivel de ingresos no lo era?) y adinerados miembros del casino de Kolószvar.
La novela la ha traducido el chileno- de apellido croata- Adan Kovacsics que es quien mejor traduce al español desde la lengua magiar tras la muerte de Judith Xantus. La prologa Mercedes Monmany, crítica literaria que también se ha dado un garbeo por la "Casa de escritores" del lago Balatón (un antiguo palacio de los Esterhásy) en los encuentros que Kovacsics y la Xantus organizaban cada verano con estudiantes y aprendices de traducción magiar-español.
Si con lo he contado no tiene usted ganas de comenzar Los días contados no sabe usted lo que se pierde.
Dixi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario