miércoles, 17 de febrero de 2010

INVICTUS

La película del abuelo Clint, que puesto a dirigir las cámaras nos está saliendo bueno, trata, como casi todo el mundo sabe, del proceso por el que un símbolo del orgullo afrikaaner, (blanco, neerlandés y calvinista); esto es: su equipo de rugby, se transmutó- por la inteligencia y el carisma de un ex-presidiario negro, Nelson Mandela- hasta convertirse en el emblema de una Sudáfrica multirracial y unida con el que podían identificarse los que hasta ayer mismo se enfrentaban a tiros, mazazos, hachazos, estocadas de azagalla e incineración - con collar de neumáticos impregnados en gasolina - de rehenes vivos y maniatados.

En su celda de Rooben, a lo largo de los 27 años que estuvo picando cal, Nelson Mandela fue capaz de descubrir el enorme poder del perdón: La invencible fuerza del perdón podía construir allí donde todo eran incitaciones a la devastación. Lo hizo a pesar de las numerosas humillaciones que detalla en su biografía y que resume, para lectores con prisa, ese gran reportaje de Dominique Lapierre que se titula Un arcoiris en la noche.

Con la asunción del perdón, pudo ofrecer a su nación, dispuesta a desangrarse de nuevo en salvajes conflictos tribales, un futuro en el que todos tenían algo que aportar. Sudáfrica necesitaba que los enemigos de ayer colaborasen. Su ley de “memoria histórica”, presidida por el obispo anglicano Desmod Tutú se basaba en una comisión denominada: "Verdad y Reconciliación". A quienes ayudasen a esclarecer los crímenes no resueltos en los últimos treinta años de guerrilla y represión, se les ofrecía la reconciliación con las nuevas autoridades. Y la formula funcionó. Acudieron policías, chivatos, guerrilleros de múltiples facciones, asesinos a sueldo, espías y liberaron su conciencia en una inmensa catarsis nacional. No faltaron ocasiones las que las revelaciones fueron literalmente insoportables. Los yacimientos de abyección que son capaces de almacenar las almas fanáticas cuando se entregan a combatir “científicamente” a sus enemigos, salieron a la luz como un gigantesco absceso, organizado pos los servicios de seguridad, que había estado pudriendo la hipodermis del país durante décadas. ¡Espeluznante!

Contra todo pronóstico, el resultado no fue una cadena de ajustes de cuentas, (que habrían quedado impunes con gran facilidad en un país padece altísimas tasas de criminalidad) sino el inicio de la reconciliación nacional. No se intentó aplastar a los opresores de ayer, sino de incorporarlos a la construcción de un porvenir. Tal magnanimidad no se ha visto en los últimas paradas de la historia universal.

Todavía es pronto para determinar si la tentativa postrera de ese fallido experimento social llamado "descolonización africana" ha tenido éxito.Muchos problemas aquejan a la república austral: desempleo, ignorancia, tribalismo, delincuencia organizada,... no me siento tentado de echar las campanas al vuelo y de brindar con vino dulce del Veld criado por descedientes de hugonotes franceses. Pero de lo que si estoy seguro, es de que si hubiera en la política nacional medio Mandela para reconciliar a shonas, xosas, afrikaaners y zulúes, dormiría más optimista.

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